Macky Arenas
Los diablos danzan en Yare desde hace unos 300 años. Se trata de una manifestación cultural que rinde tributo al Santísimo Sacramento a través de una danza alegre y colorida que recrea el triunfo ancestral del bien sobre el mal. Suele celebrarse en 11 regiones del país nueve jueves después del Jueves Santo.
Hay muchas cofradías en el país, pero la más famosa es la que danza en San Francisco de Yare, Estado Miranda, en el centro-norte de Venezuela.
Aunque son los hombres los que representan a los diablos, las mujeres forman parte importante en el proceso de confección de trajes desde 1749, cuando comenzó la celebración luego de una gran sequía que afectó el Valle de Yare. Los fieles hicieron promesas al Santísimo Sacramento para que llegara la lluvia al lugar. La lluvia llegó y desde entonces danzan cada año sin parar.
Danzan los llamados “promeseros” quienes visten indumentarias coloridas y máscaras de diablos –elaboradas por cada cofradía–, y los devotos que colaboran con los preparativos de altares y ofrendas. Practican una danza ritual de los llamados “diablos danzantes” vistiendo trajes coloridos (normalmente completamente de rojo), capas y máscaras de apariencia grotesca, además de adornos como cruces, escapularios, rosarios y otros amuletos.
Curiosamente, su máxima autoridad es el obispo y está representada por el párroco de la población. Los diablos bailan por las calles de los pueblos al ritmo de maracas, cajas, tambores o instrumentos de cuerda para espantar al maligno, hasta rendirse sumisos ante el Santísimo.
Los horripilantes disfraces demoníacos danzan al son del repique de la caja, un tambor típico. Escenifican una larga procesión para luego arrodillarse al unísono frente a la iglesia, permaneciendo postrados en señal de respeto al Santísimo mientras el sacerdote los bendice. Es muy emocionante ese momento -sobre todo para el visitante que nunca ha presenciado semejante espectáculo- cuando el estrépito que acompaña a las repugnantes figuras hace silencio en señal de respeto al Corpus Christi.
La música y el baile continúan mientras los Diablos, quienes pagan una promesa religiosa al convertirse en demonios de rojas vestiduras y coloridas máscaras, visitan las casas de algunos Diablos difuntos. La celebración termina cuando al final de la tarde suenan las campanas de la iglesia y la hermandad se dispersa hasta el próximo año, cuando volverán a representar este rito donde el bien debe prevalecer sobre el mal.
Los diablos danzan en la zona central, costera del país y el llanero estado Guárico. La vestimenta varía según la región, al igual que los instrumentos musicales y el tipo de danza. Pero prevalece el tambor que siempre marca el frenético ritmo.
Es importante el detalle de que los diablos danzantes no tienen coreografías, sino la promesa que hacen al momento de la juramentación que se convierte en magia religiosa, ya que la petición ha sido cumplida y se baila con el corazón al escuchar el redoblante. Son los repiques los que dicen como bailar. No se ensaya: en Corpus Christi solo se baila.
No obstante, todos son diablos y todos danzan por los pueblos desplazándose con destino a la iglesia, donde rinden honores a la Eucaristía, postrándose ante el Santísimo Sacramento.
Los Diablos danzantes de Corpus Christi ingresaron hace un tiempo en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad que aprueba la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), en París, Francia.