Antes entrabas en una revista especializada, hoy a través de redes sociales
DEBATES CINEMATOGRÁFICOS EN TIEMPOS DE CHATS
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Óscar Reyes Matute

En dos de los chats de cine donde participo, Gran Cine Venezuela y el chat institucional del CNAC, ha habido un largo debate sobre la ley de cine, la política y el arte, en este caso, el séptimo.

Hay que añadir que este debate ocurre en tiempos de chats, lo que le da una configuración peculiar, distinta a las del siglo pasado, cuando los debates que se hacían a través de revistas especializadas, periódicos y pasquines, en la sala de la Cinemateca Nacional en la Plaza Morelos (¡Hay foro con Perán Erminy! y uno se escurría agachado y sigiloso) o en la sala Margot Benacerraf, cuando la administraba el camarada Bernardo Rotundo.

El chat lo hace más democrático, más participativo, pero más difícil de controlar para los moderadores del debate. Obviamente no puedes controlar el nivel de las participaciones, si no conformas una especie de cuerpo colegiado especializado, y eso es muy privado, eso sirve para una empresa o un grupo de rodaje de una película. Si abres el chat al debate público, vas a tener coscorrones, insultos, polarizaciones ideológicas, y no faltará quien querrá partidizar el debate, discutir sobre las primarias o la guerra en Israel, o si debemos participar o no en un hipotético referendo para reclamar el Esequibo.

Los tiempos cambian; antes para entrar en una revista especializada como Cine Al Día, tenías que hacer toda una carrera en el cine, de décadas de estudio. Hoy te invitan a los chats, o te metes tú mismo, empleando un link colgado en una página pública. Y si no te gusta, abres el tuyo propio, o subes tus podcasts a YouTube, IG, FB, TikTok... ¡O se los mandas a tus panas y que se la calen porque te quieren!

Pero ¿Acaso nos hemos dado cuenta de lo que todo esto significa para el cine en general y para los debates sobre cine en Venezuela? ¿Cuando pedimos un debate sobre el cine venezolano nos ubicamos en la realidad de que la IA ya le está permitiendo a los estudios prescindir de guionistas y periodistas en muchos casos? . Yo fui a registrar un guión en SafeCreatives y ya me preguntó si lo había escrito todo yo, o si me había apoyado en la Inteligencia Artificial. ¿Hemos entendido por qué hubo una huelga de guionistas en Hollywood y por qué Edgar Ramírez sigue en huelga, junto con sus colegas del guild de actores? ¿O es que no nos dimos cuenta de lo que significa usar el rostro de Harrison Ford, intervenirlo con IA y hacer una versión digital de Indiana Jones? ¿Cuántas más podrán hacerse cuando él muera? ¿Cobrarán sus herederos las regalías justas?

¡Ah! Que esos no son temas que nos interesen a los cineastas venezolanos... Sólo nos importa la ley, los referendos, las instituciones constituidas, y no lo que se crea nuevo, no lo que se nos viene encima, lo que tenemos que construir nosotros, no el gobierno. Tal vez ni siquiera hemos reflexionado acerca de que antes, para ver una película de Andrei Tarkovsky, yo por ejemplo tenía que venirme de Maracay en autobús a la sala La Pirámide, y que ahora puedo ver esa misma película y cualquier otra en mi celular, bajo una matica en el Parque del Este.

Antes teníamos que grabar en acetato, revelar el negativo de 35 mm, editar en las moviolas con las que se formó Sergio Curiel, luego las pistas de sonido, y si terminabas el filme, luchar como un gladiador para conseguir un huequito en una sala, irte a Mérida en autobús con tu corto... Ahora tenemos Netflix, Amazon, HBO, ¿Estamos actuando conforme a esa nueva realidad? ¿Seguimos pensando que tenemos que reformar la ley de cine sin siquiera darnos cuenta de esa globalización y glocalización amorfa que conforma la cadena de producción de cine a nivel mundial actualmente, y de la cual nosotros no formamos parte por nuestra propia incapacidad? Al menos no a nivel de producción, porque sí somos grandes consumidores de productos audiovisuales.

Ahora ¿interesan realmente nuestras historias a nuestros espectadores, y a los espectadores globales? ¿Las contamos bien? ¿Por qué nuestros guiones y propuestas -salvo los de Padrón- no se venden en Netflix o Amazon?

¿Realmente nos interesa escribir buenos guiones? ¿Por qué no hay premio al mejor guión en el Festival de Cine de Mérida ni en los premios de la Academia como sí los hay en los Oscars, en dos categorías, mejor guión original y mejor guión adaptado? Creo que si no tienes un guión sólido, no hay manera de que tu película se salve. La única excepción a esta regla es Terrence Malick, que sale a grabar con unos apuntes en unas hojitas de papel, pero él es un genio, trabaja con el Chivo Lubetzky como director de fotografía, y todos los actores de Hollywood se mueren por trabajar con él, casi que gratis.



Vemos lo institucional, las leyes y reglamentos que por supuesto, como es Venezuela, a nadie en el fondo le importan un carajo, puro doble discurso a ver qué nos cae de la mata cuando la meneen.

Yo nunca oigo un debate sobre la calidad de nuestro cine, y me van a perdonar, el balance es patético: si una película nuestra fuera evaluada por Rotten Tomatoes, saldría raspada en cuanto a taquilla, premios de festivales, crítica y aceptación del público. Y ahora sale un perplejo a decir: "Hay exepciones, la película tal y tal..." No, el balance es muy triste. La última película venezolana en lograr un lauro importante fue Desde Allá, de Lorenzo Vigas. Y ya ha pasado bastante tiempo, se han estrenado montones de películas, y no pasa nada nuevo. El cine tiene una base industrial, tienes que producir mucho anualmente, o no tienes vida... Y si produces 100 películas, 10 tienen que tener una calidad superba, para competir en esos niveles celestiales de Cannes, Sundance y los Oscars.

Creo que ese es nuestro trabajo, ponernos al nivel de lo que exige el cine internacional, global, que es el que consumen los venezolanos que van a las salas (Barbie, Openheimer, Misión Imposible) y lo que ven en las plataformas, echados en sofá con una cervez en la mano.

Lo demás es andar chillando para ver si las leyes reformadas mejoran la vida (o el cine), que me den más subsidios, que yo me lo merezco, que esta es mi película... Si es TU película, hazla con tus reales. Si vas a las instancias de financiación, ya sabes a lo que te expones. Y si vas a un banquero judío (como hacen en Hollywood), pues ni te digo.

Así que a despertar del infantilismo político en el cine, y estudiar, estudiar, estudiar, trabajar, trabajar, crear, que no hay otro camino al Oscar (que es lo que todos en el fondo sueñan, pillines, no me van a engañar). Pero no lo vas a lograr descabezando a la ANAC, sino haciendo una película gloriosa. Depende de tu talento, de tu capacidad de crear cosas que antes no existían en el mundo, y que sean bellas, sublimes. Recuerda que vas a competir con Amarcord, Fanny y Alexander, El Secreto de sus Ojos... ¿Estás preparado? ¿Te animas? ¿Le echas bolas y ovarios?

Ojalá que sí, nuestro cine, nuestro país, lo requieren.


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