Existe una tendencia posmoderna que plantea la idea de que sea una Diosa, se modela un símbolo del poder y la creatividad femenina, una alternativa al tradicional de la Biblia
CUESTIÓN DE DIOS
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Waleska Perdomo 

La cuestión de Dios es una pregunta que se ha planteado la humanidad durante siglos. Es una interpelación de corte filosófico, que depende de la postura paradigmática desde la cual se asume y de los tiempos en los que transcurre la humanidad. El debate contiene todo tipo de argumentos y seguramente faltarían otros más.
 
Para muchos pensadores, los argumentos proporcionan evidencia de que Dios existe. Por un lado, la más tradicional es la postura Aristotélica que determina a Dios como un motor inmóvil, desde dónde el universo existe pues es la causa primera. También se puede interpretar como causa necesaria, pues los seres son contingencia de su misma existencia. Dios es también el gran arquitecto, es quien diseña todo, el universo complejo e infinito es evidencia de que hemos sido creados por un diseñador inteligente. Estos argumentos son objeto de debate y no podrá existir un consenso sobre su validez.

Por otro lado, también existen argumentos contra la existencia de Dios, pues se dice que es incompatible con algún aspecto de la realidad, también existen pensadores que defienden la tesis del mal, ya que existe el mal, esto no sería compatible con la idea de un Dios que todo lo puede (Omnipotencia), que está presente en todos lados (Omnipresencia) y que todo lo provee (Omniprovidencia), esto sería incoherente.

Lo cierto es que la cuestión de Dios es una paradoja compleja y controvertida, ya que no existe una respuesta única que satisfaga a todos, por lo que cada persona debe decidir por sí misma si cree o no en su existencia.



Desde la filosofía, el Dios del idealismo es un Dios soberano de un mundo compuesto por las ideas, un Dios que está ya hecho, que no debe hacer nada más que permanecer. Para el realismo, si se define como un ser imaginario, entonces la respuesta es que no existe, si no como concepto, como entelequia de la mente humana.

Junto a la tradición de definir a Dios como ser, se concibe en Séneca como el infinito. En San Anselmo se asume desde el concepto de la infinitud y base de un argumento ontológico. En Descartes es una sustancia infinita. En Kant se critica el concepto metafísico de Dios, en Spinoza es un Dios autoevidente desde su creación en la naturaleza.

Al igual que la divergencia en el pensamiento del hombre, en los diversos tiempos humanos Dios como ser o como idea, se transforma. En la modernidad, se puede concebir al Dios deísta, como creador del universo en movimiento, pero que no interviene en sus asuntos. El Dios panteísta, el que existe y participa en la naturaleza divina, que es el universo mismo, o como la realidad subyacente que da origen al universo. También puede definirse como el Dios panenteísta, que es inmanente en el universo y trascendente a él. O se puede observar como un proceso, un ser que está en constante evolución y cambio, en respuesta a las acciones de los humanos y otros seres.



En la posmodernidad, se hereda la idea de Nietzsche de la muerte de Dios, como argumento de un paso necesario para la evolución del pensamiento humano, ya que libera del dogma religioso y permite crear un significado propio de la vida. Se puede concebir como un Dios descentrado, que es inmanente en el mundo y obra a través de los procesos naturales y humanos de evolución y cambio. Podría definirse como un Dios
juguetón, que no está sujeto a las reglas y normas de la religión tradicional, por lo que es libre de sorprendernos y deleitarnos de formas inesperadas. También existe una tendencia posmoderna que plantea la idea de que sea una Diosa. Desde este punto de vista, se modela un símbolo del poder y la creatividad femenina, y como una alternativa al tradicional Dios de la Biblia.

El concepto de Dios en el posthumanismo es complejo y en evolución: Ya no es relevante en un mundo donde los humanos son cada vez más poderosos y tecnológicamente avanzados. Creen que ahora somos capaces de crear nuestros propios dioses, en forma de inteligencia artificial u otras entidades tecnológicas. Sigue siendo importante, incluso en un mundo posthumano, pues puede entenderse como un símbolo de la realidad última, como una fuente de inspiración y guía. Para ellos, Dios no es un ser que existe fuera del universo, sino una fuerza o energía que impregna toda la realidad.

En nuestro tiempo, impulsado por la rapidez, por las guerras, la falta de valores humanos y la intransigencia del mal, la cuestión de Dios conserva un componente altamente personal que es una fuente de esperanza, consuelo y significado. Por lo cual, Dios, es un acto de fe y no de razón. Y hay que buscarlo en todos los rincones de la existencia


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