EL 19 de abril de 1958 era la fecha prevista para la operación militar en territorio entonces bajo control de Gran Bretaña
EL PLAN DE PÉREZ JIMÉNEZ PARA RESCATAR EL ESEQUIBO
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Gerónimo Pérez Rescaniere

En 1956 la cosa se tensaba, Juscelino Kubitschek regresaba del Congreso Interamericano de Panamá en una crisis motivada porque la casa matriz de la Standard Oil había ordenado que no se suministrara petróleo a Brasil a causa de haber fundado aquel país a Petrobras.

Lo argüido, por supuesto, no era esto sino la crisis de Suez, que ponía escasez de petróleo en el mundo. Esa angustia traía el brasilero.
Por iniciativa de Leonardo Altuve Carrillo, su embajador estrella, Pérez Jiménez recibe en Caracas a Kubitschek y ordena, tras algunos tratos, que se le venda todo el petróleo que necesite. Viene Nunes, presidente de Petrobras, a Venezuela, y viene luna de miel.
 
Antes Venezuela y Brasil vivieron de espaldas dentro de la línea tradicionalmente probritánica de Itamarati, la cancillería brasileña. Pero se vive nuevo tiempo.

Altuve viaja a Brasil. Cumpliendo reglas, Altuve tiene un primer contacto con la Cancillería. Explica al canciller Macedo Suárez el plan de Pérez Jiménez: en operación militar aerotransportada, Venezuela tomará Guayana, el 19 de abril de 1958. A Pérez Jiménez y a Kubistchek les toca enfrentar una astucia porque, a raíz de la inserción de la frase «potencia extracontinental» en la decisión, donde la OEA se obligaba a actuar contra Guatemala, con lo que quedaba también definida Inglaterra como posible enemiga, ésta optó por darle la independencia a la Guayana Británica. La Guayana Británica no existe, ahora existe la flamante República Independiente de Guyana, por lo cual lo que estarían atacando Venezuela y Brasil sería un país independiente.
 
De Pérez Jiménez se dirá en el mundo que es típico acto de militar dictador fascistoide, respecto a Brasil, algo. ¿Es realmente independiente la República de Guayana? Los resultados de esta crisis hablarán de esto con hechos.

Macedo Suárez refiere al diplomático venezolano a un hermano suyo, ahora presidente de Petrobras, para que pacten una acción conjunta porque Brasil tiene en la región guayanesa más reivindicaciones inclusive que Venezuela, ya que la Guayana Holandesa y la francesa son territorio robado al enorme país por esas dos potencias europeas y usado para taponarlo por el norte.

TOMAREMOS LAS GUAYANAS JUNTOS

El diplomático se ilustra con su intriga y su señorío. Ambos le sobran a Leonardo Altuve, que durante la audiencia de presentación de credenciales ante Kubitschek, retira el papel de envoltorio a un regalo que ha traído. Queda a la vista un jarrón del siglo XVII auténtico, preciosamente azul, con visos dorados. Lo ocupa solamente una orquídea, fresca, viva. Altuve explica que es un regalo del presidente Pérez Jiménez para la señora Kubitschek.
Sonrojado de la emoción, Kubitschek invita a Altuve a comer en su casa, «en un recibo modesto», puntualiza. Eso es un honor inusitado, pues el estilo diplomático de Brasil es muy pomposo, el entorno de Kubitschek se asemeja a la corte de Felipe II. El recibo modesto fue de cien cubiertos.
 
Tomando el pluscafé, el embajador anuncia que el gobierno venezolano ha acordado concederle al presidente de los Estados Unidos del Brasil su máxima condecoración. Hay sonrisas amabilísimas. Altuve, utilizando una audacia que terminaría por marcar su imagen de diplomático, señala que el máximo honor para Venezuela sería que el Presidente recibiera la condecoración en la embajada de Venezuela. Kubitschek acepta y su esposa está encantada.



El embajador venezolano carga entre sus papeles el memorándum Mallet-Prevost. Se lo citará en los tribunales internacionales, en apoyo de la acción venezolano-brasilera en la Guayana Británica. Hará maravillas en la ONU.

Venezuela y Brasil gozarían del apoyo del Departamento de Defensa o Pentágono. Ello no significa el apoyo oficial estadounidense: tendrían en contra al Departamento de Estado, en poder de Adolf Berle, muy amigo de Rómulo Betancourt y de la línea OTAN.

En el plan de los padrinos estadounidenses de Pérez Jiménez —Henry Holland el más visible—, una vez invadida la Guayana por los ejércitos venezolano y brasileño, los Estados Unidos aparecerá como fuerza mediadora, evitadora de la violencia, en realidad estabilizando la toma dentro de la política de descolonización, ahondando un poco más la herida que está abierta en la OTAN.

Del lado venezolano, el proyecto tiene sus comunistas. Insólito resulta que colabore con «los rojos» quien, como Altuve Carrillo, inició su carrera de político introduciendo una carga de dinero del Vaticano en España para financiar el alzamiento del general Sanjurjo, allá por 1934, e insólito desde luego que comunistas colaboren en un plan de un gobierno fascistoide como el de Pérez Jiménez, contra el cual conspira el Partido Comunista oficial, estando preso Jesús Faría, uno de sus máximos dirigentes. Pero es así, y en Caracas, por la esquina de Cruz Verde, se ha abierto cierto sindicato bolchevique que está coordinado por un comité masónico- rosacruz-comunista cuyo jefe es el intelectual Miguel Acosta Saignes.

Explicó el general Pérez Jiménez en entrevista con el autor de este libro, lo siguiente: « -Teníamos un comunismo nacionalista. Juan Bautista Fuenmayor, por ejemplo, era un hombre meritísimo y mío. Chicho Heredia y Nelson Luis Martínez también. Claro, había el ala comunista de Gustavo Machado y Jesús Faría, que estaban en la oposición. De esos había que cuidarse —dijo.

Y añadió: —Pero teníamos amigos, uno de ellos el general José Rafael Gabaldón, que podía ser el presidente a partir del 19 de abril de 1958, estaba apalabrado para eso, porque yo me dedicaría a lo militar. Un hombre muy notable el general Gabaldón, amigo de Eleonora Roosevelt, de Nikita Kruschev y del futuro papa Juan XXIII. Hijos de él eran también Alirio Ugarte Pelayo, que se suicidó y Argimiro Gabaldón, que murió como jefe de guerrillas».

FUERZA ACTIVADA

Pérez Jiménez continúa y acelera sus planes sobre la Guayana Esequiba. La Marina, dotada de modernos destructores, está activada bajo comando de dos contralmirantes, Wolfgang y Carlos Larrazábal, hermanos y de alta confianza del dictador. Se excavaron carreteras en la Guayana venezolana que llevan todas a la frontera con Guyana, por las cuales avanzarán los tanques. El oficial señalado como comandante de la operación es el general Franz Rísquez Iribarren, que ya había dirigido una misión a las fuentes del Orinoco y el caño Casiquiare en tiempos de Delgado Chalbaud.
 
Había prisa, el New York Times publicaba artículo tras artículo contra el dictador, enviando un mensaje que bien sabían leer los militares venezolanos. Si el distanciamiento entre los Estados Unidos e Inglaterra se hubiese acentuado, Pérez Jiménez habría triunfado. Pero un golpe puso a girar el tornillo de la historia a favor de Inglaterra y contra el dictador.

Hemos dicho que el embajador Altuve Carrillo cargaba entre sus papeles el memorándum Mallet-Prevost. “Se lo citará en los tribunales internacionales, en apoyo de la acción venezolano-brasilera en la Guayana Británica. Hará maravillas en la ONU”. Hay que añadir que el documento de Mallet Prevost está dirigido a propiciar la anexión de Venezuela a los Estados Unidos.



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