“Las revoluciones las hacen hombres de carne y hueso, no santos, y todas terminan por crear una nueva casta privilegiada.” CARLOS FUENTES
LA HERENCIA DE MALINCHE
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M S R

LA VISIÓN

Hasta hace relativamente poco tiempo los procesos electorales celebrados en México eran circos pueblerinos en los cuales ningún partido distinto al del régimen, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), tenía la posibilidad de obtener resultados suficientes para ser un contrapeso efectivo. Esa fue la causa de que el interés por el estudio de los procesos electorales en México haya sido muy escaso desde la federalización de las elecciones en 1946, año que coincide con la génesis del Partido Revolucionario Institucional, hasta finales del siglo XX, pues en este periodo el sistema político mexicano estuvo caracterizado por la subordinación de los poderes Legislativo y Judicial a una sola figura concentradora del poder. México se configuró como arquetipo del autoritarismo ejercido por un partido hegemónico en el que la posibilidad de alternabilidad en el gobierno era nula.

Durante el lapso que va desde la creación de la Comisión Federal de Vigilancia Electoral en 1946 y hasta antes del surgimiento del Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990, el binomio PRI-gobierno tuvo el monopolio del aparato electoral a través de la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior), pero hoy la realidad es distinta, pues los comicios en México se consideran democráticos. Con normas establecidas desde la Constitución y mediante la creación de instituciones como el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), se tiende a garantizar la realización de procesos electorales transparentes y competitivos. No deja de ser un sarcasmo que cuando en algunos países se cacareaba sobre elecciones limpias, contraponiendo tal virtuosismo al modo mexicano, ahora ellos hayan caído en la degradación absoluta de la credibilidad comicial.

Pero, ¿que hizo posible este cambio? México, epítome de fraudes y chanchullos electorales, llega en el presente a ser espectador y actor de un evento pre-electoral que desembocó el 06 de septiembre al conocerse la escogencia de Claudia Sheinbaum como candidata del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) para suceder al actual presidente Andrés Manuel López Obrador. Ahora bien, para situarnos en una perspectiva que nos proporcione elementos ilustrativos de esa evolución, debemos fijar la atención en ese personaje, ya que dentro de la aludida dinámica él ha sido un factor fundamental..



EL LUCHADOR

El 1 de julio de 2018 México eligió a Andrés Manuel López Obrador, un presidente de centroizquierda, por primera vez desde que Lázaro Cárdenas lo fue en 1934. El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ganó las elecciones de manera aplastante: 53.2% de los votos con 64.3% de la participación ciudadana, obteniendo además una amplia mayoría en ambas cámaras del Congreso.

AMLO, como le gusta ser conocido, era fruto de un recorrido muy intenso en los estratos bajos de la burocracia y de la movilización social, y por ende ajeno a las redes de las élites económicas y políticas del sistema político mexicano. Nació un 13 de noviembre de 1953 en Tepetitán, estado de Tabasco, lo cual quiere decir que su llegada al mundo, sus primeras experiencias, su formación académica y su identificación político-ideológica, ocurre durante el lapso en el cual el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) consolida su hegemonía en los sexenios sucesivos que ocurrieron entre los mandatos de Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) y Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). En ese año, 1976, AMLO obtiene la licenciatura en Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y regresa a Tabasco para en 1977 asumir la Dirección del Instituto Indigenista de ese estado sureño. Regresa luego a Ciudad de México y es nombrado Director de Promoción Social del Instituto Nacional del Consumidor, y ya ese momento ha publicado dos libros, “Primeros Pasos” y “Del esplendor a la sombra” en los cuales esboza su ideario social.
 
La realidad mexicana de aquellos años nos muestra el escenario más conspicuo del autoritarismo y de la corrupción. Esta se nutre y magnifica a través de complicidades que parten de los estratos más altos del gobierno con los carteles del narcotráfico y el poder omnímodo de los jerarcas sindicales. Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) conduce al país en medio de una desastrosa gestión en la cual la inflación alcanza el 200% y el narcotráfico y la corrupción se han profundizado. El slogan de su campaña había sido “renovación moral”, pero el sarcasmo popular lo transformó en “renovación del morral”. Pero es desde el ámbito político, principalmente en el seno del propio PRI, desde donde llega con tonos mayores un clamor proveniente de amplios sectores ciudadanos, del espectro social y muy especialmente de todo el ámbito intelectual, ya que debe hacerse notar que por encima de las lacras sistémicas y de la degeneración reinante, esa esfera siempre fue (y es) una presencia de altísimo prestigio para la nación azteca. La perniciosa practica conocida como “el tapao” o “el dedazo”, es un infamante privilegio a través del cual cada Presidente escoge quien ha de sucederlo y era precisamente esta praxis la que servía de eje para denotar aquello de la “dictadura constitucional”. Las disputas por los liderazgos en cada estado (no olvidemos la característica federal de México) eran constantes y muchas de ellas tenían resultados trágicos, pero el poder corporativo instrumentado por el alto gobierno, las poderosísimas mafias sindicales y las bandas conformadas por los distintos niveles policiales penetradas por los clanes del narco,, determinaban el absoluto poder. De esa forma se gestó un sistema político verticalmente autoritario que junto a mecanismos electorales elaborados a la medida envilecían el poder. La oposición, encarnada en el Partido de Acción Nacional (PAN), era solo un débil contrapeso circunscrito a ciertas zonas del país y muchas veces su fuerza era producto de una concesión disimulada del oficialismo con el propósito de disimular las mascaradas comiciales. Asimismo, una larga lista de minúsculas organizaciones políticas eran también parte de las periódicas comparsas, siendo pagados tales servicios con algún mendrugo representativo.
 
Muchas veces luce impertinente referir hechos anecdóticos para ilustrar coyunturas históricas, pero en lo particular (discúlpeseme la primera persona), siempre he creído que la conducta de los individuos condicionan el comportamiento de sí mismos al trascender a “personajes”, y dado que el ritmo cognitivo y emocional del ser humano siempre ha sido invariable desde hace milenios, los rasgos inherentes a las acciones y procederes producen similitudes que a su vez traen sorprendentes muestras pedagógicas en el presente. En la medida de esta acotación, vamos a reproducir parte de una nota periodística del comunicador José Agustín, quien en un libro de crónicas titulado “Tragicomedia mexicana 3” recrea un episodio que desnuda la realidad vivida durante el sexenio presidencial de Miguel de la Madrid.

“La administración de Miguel de la Madrid enfrentó dos grandes catástrofes que demostraron la falta de liderazgo presidencial y la corrupción en PEMEX. En vísperas de la fiesta cívica más celebrada por el sistema –la revolución mexicana- una serie de explosiones de tanques de gas hicieron olvidar los históricos cañonazos de aquel lejano 20 de noviembre de 1910.

Por falta de mantenimiento adecuado, la terminal de gas licuado de Pemex en San Juan Ixhuatepec voló por los cielos poco antes de las siete de la mañana. Decenas de cadáveres calcinados, casas destruidas, cuadras enteras desaparecidas dejaron un paisaje desolador. Las acusaciones contra PEMEX no se hicieron esperar, pero con un sindicato tan poderoso y corrupto, el problema se disolvió en el mar de una burocrática investigación. Del presidente, ni sus luces.

Si de la Madrid no estaba dispuesto a despertar de su letargo y pasividad, la naturaleza y la sociedad, sí. El 19 de septiembre de 1985 un terremoto destruyó buena parte de la ciudad de México dejando aproximadamente diez mil víctimas y evidenciando la incapacidad gubernamental de tomar medidas rápidas y eficaces para resolver el problema.
(…)
El terremoto sacudió la conciencia cívica. A través de los noticieros internacionales, de la prensa, de las fotografías, el mundo fue testigo de la espontánea y efectiva organización de la sociedad civil prestando auxilio a las víctimas de la catástrofe. A pesar del gobierno, por algunas semanas la ciudadanía tomó el problema en sus manos, recuperó su destino. No fue un efímero despertar, a partir de 1985, surgieron un sinnúmero de organizaciones no gubernamentales para distintos fines políticos, sociales, culturales y altruistas. En 1988, la sociedad entera reclamaría a De la Madrid seis años de tibieza.
 
Al año siguiente del terremoto, en el verano de 1986 durante la Copa Mundial de Fûtbol, los mexicanos pudieron percatarse de que tenían Presidente.
“A las once y media un animador anunció la llegada de Miguel De la Madrid y entonces se inició una rechifla que acabó combinada con una gran ‘ola’ de todo el público. El locutor, impertérrito, avisó que venían los honores de ordenanza del Presidente, lo cual ameritó otra rechifla más fuerte que la anterior. De la Madrid con una sonrisita nerviosa, alzó una mano, con lo que creció la rechifla y se empezó a escuchar, cada vez más fuerte, que le gritaban ‘¡Culeeeero, culeeeero!’. Cuando Guillermo Cañedo, vicepresidente de la FIFA, mencionó a De la Madrid, otra rechifla ensordecedora se convirtió de nuevo en ¡culeeero! y no dejó que se le oyera. Tampoco pudo hablar Joao Havelange, presidente de la FIFA, ni, por supuesto, el mismo De la Madrid, cuyo discurso duró menos de un minuto porque el Estadio Azteca retumbaba de los chiflidos, abucheos y gritos de ¡culeeeero!”.

En agosto de 1986 se anuncia la formación de la Corriente Democrática dentro del PRI, una escisión de militantes encabezada por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, exgobernador de Michoacan e hijo de legendario Lázaro Caérdenas. A un año de la elección del candidato presidencial del PRI, un grupo de políticos priístas comenzaron a reunirse con la mira puesta en la XIII Asamblea Nacional del PRI en marzo de 1987, evento en el cual se determinarían los términos de la convocatoria para la elección del candidato para suceder a Miguel de la Madrid. Los reclamos y protestas fueron inútiles y la decisión fue tomada una vez más por el Presidente sin considerar opiniones o consideraciones contrarias. En vista de ello, la pujante Corriente Democrática decidió producir la ruptura. Cabe llamar la atención que aunque la misma era encabezada públicamente por Cuauhtémoc Cárdenas, en realidad era aupada por Porfirio Muñoz Ledo, ex presidente del PRI, y adversario desde tiempos estudiantiles de Miguel de la Madrid.
Además de estos dos líderes principales, luego se sumarían otros dirigentes connotados como Ifigenia Martínez,, Carlos Tello, Andrés Manuel López Obrador, Gonzalo Martínez Corbalá, Roberto Gómez Garnica y Armando Labra.

La Corriente Democrática asistió testimonialmente a la XII Asamblea Nacional del PRI y de allí pasó ya a conformar, públicamente, el Frente Nacional Democrático, coalición que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas como candidato para competir con Carlos Salinas de Gortari, el candidato escogido por Miguel de la Madrid, un personaje sin ningún curriculum político y que además exhibía un oscuro pasado personal. Como es conocido, un monumental fraude instrumentado desde la Secretaría de Gobernación (como se mencionó antes, los procesos electorales eran desarrollados a través de ese despacho gubernamental), convierte a este personajillo en Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos el 06 de julio de 1988. La tendencia escindida del PRI es derrotada por vía del fraude, pero inicia una serie de movilizaciones que le permitieron erigirse en el Partido de la Revolución Democrática, PRD, lo cual marca un punto de quiebre en la historia política mexicana. El gobierno de Carlos Salinas de Gortari es profuso en escándalos, siendo los mas notorios el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, Secretario General del PRI, por órdenes de Raúl Salinas de Gortari, hermano del presidente, y luego el de Luis Carlos Donosio, candidato oficial del PRI.



HACIA EL PERFIL

Como bien puede observarse, el nombre de AMLO ya aparece en la palestra política y ello le permitirá iniciar su liderazgo, el cual llega a su punto culminante con la elección del 2018, pero la lucha librada en esos treinta años no refleja precisamente un camino fácil y expedito, aunque sin duda es en ese ínterin cronológico donde el modesto tabasquense muestra su perseverancia, su olfato político y su status de luchador.

En agosto de 1988 fue designado candidato del Frente Democrático Nacional, coalición integrada por el Partido Mexicano Socialista, Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional y el Partido Popular Socialista, para encabezar el gobierno de Tabasco. Allí sufre las consecuencias de las ya clásicas maniobras del PRI cuando la Junta Electoral del Estado desecha todas las evidencias fraudulentas ocurridas en los comicios. Esa coyuntura le inspira a escribir “Tabasco, víctima de un fraude”.

En abril de 1996 contendió por la Presidencia Nacional del PRD, cargo que desempeñó hasta el 2 de agosto de 1996 al 10 de abril de 1999.
En 2000 lanzó su candidatura y ganó las elecciones como Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Fue el primer gobernante electo para un periodo de seis años al frente de la capital.

El 2 de julio de 2006 pierde las elecciones frente al candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón. En octubre de 2011 anuncia la constitución del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y en el 2012 vuelve a contender por la Presidencia de la República, postulado esta vez por una coalición denominada Frente Amplio Progresista (PRD-Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano). En esta oportunidad fue derrotado por el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto.

EL PROYECTO

Es precisamente el año 2006 cuando el apoyo popular para AMLO comienza su consolidación. La prensa nacional y la opinión pública percibieron como fraudulentas las elecciones presidenciales cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) otorgó el triunfo electoral al político conservador Felipe Calderón Hinojosa del Partido Acción Nacional (PAN), considerando valedero un estrecho margen del 0.56% de diferencia sobre el segundo lugar ocupado por AMLO. Éste no reconoció tal decisión y denunció el fraude, pidiendo al Tribunal Electoral el reconteo de votos.El 30 de julio anunció el bloqueo de Paseo de la Reforma. Ya allí toma cuerpo su perfil de líder, al partir hacia un momentum sustantivo en su itinerario político. Nos referimos a algo que podría catalogarse como una mera tramitación administrativa, pero que visto en perspectiva demarca un giro esencial. Nos referimos a que el movimiento político MORENA obtuvo el registro como partido político

En el 2012, como apuntamos anteriormente, AMLO había competido en las elecciones presidenciales de ese año con el apoyo de la coalición “Movimiento Progresista”, conformada ésta por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano, pero para ese momento, el distanciamiento entre candidato y dirección nacional del PRD estaba en un punto sin retorno y el rompimiento definitivo sucedió cuando la dirigencia nacional perredista aceptó firmar el “Pacto por México”, convocado por el ya presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018). En el 2017 Andrés Manuel López Obrador se registró ante la Comisión de Elecciones de MORENA como precandidato a la Presidencia de la República y el 14 de diciembre de ese año inició su precampaña a la Presidencia de la República por la coalición “Juntos haremos historia” que hoy conforman Morena, Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social.

Pero volviendo sobre los hechos, necesariamente hay que desmenuzar lo que encierra la ruptura con el PRD. El 02 de octubre de 2012, MORENA realizó una asamblea en la que se discutiría si continuaba como asociación civil o se constituía en partido político Las discusiones y consultas -metodología muy valorada por AMLO- se prolongaron por un largo período y es el 26 de enero de 2014 cuando solicita ante el Instituto Federal Electoral (IFE) su registro como partido político, obteniéndolo el 9 de julio de ese mismo año. Ya como partido político, MORENA participó en las elecciones federales de 2015, obteniendo el 8.8% de la votación, logrando ser cuarta fuerza política nacional, con 35 diputaciones federales, cinco jefaturas delegacionales en la Ciudad de México y un lugar como la primera fuerza legislativa en la capital mexicana. En el año 2021, en el proceso electoral de medio periodo, MORENA obtuvo 17 gubernaturas y mantuvo la mayoría simple en la Cámara de Diputados, con el apoyo de sus partidos aliados: el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

A la luz de esa concatenación de hechos, interpretamos el triunfo de AMLO en las elecciones del año 2018 no como una victoria puntual. En aquel momento el país había presenciado como durante el gobierno de Enrique Peña Nieto había resurgido la corrupción generalizada y la impunidad mostraba casos tan graves como Ayotzinapa y Tlatlaya. Eran los frutos del “Pacto de México” y de lo que en la cultura política mexicana se denominó PRIAN, termino expresivo de burla popular que aludía la conjunción política entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN) para impulsar una agenda común.

Todo ello trajo manifestaciones masivas de descontento social, dado que la pobreza y el estancamiento económico se agudizaron. Esta crisis fue la que permitió la victoria electoral de MORENA en la elección presidencial del año 2018, ya que a nuestro ver, la ciudadanía se expresó masivamente en las urnas para poner un alto definitivo a las tropelías, excesos y abusos ocurridos durante los años de dominio político-económico representado por esa “novedosa” amalgama de intereses que tuvo en el llamado “PRIAN” su concreción política.
 
Aunado a la anterior consideración, debemos observar que MORENA es concebido doctrinariamente como un instrumento orgánico de transformación y su liderazgo gira en torno a AMLO, como en su momento le sucedió al PRD con la figura de Cuauhtémoc Cárdenas. Vemos entonces a MORENA como el puntal de un proceso hegemónico en construcción, lo cual, estando o no de acuerdo con ello, tiene indudable legitimidad histórica, ya que solo dentro de esa connotación pueden concebirse los alcances estratégicos que ha postulado con el fin de quebrar una herencia que ha degenerado la esencia nacional. La vida interna del partido todavía se encuentra en vías de institucionalización, pero en sus líneas de acción política, parece privar la concepción “gramsciana” sobre el papel del partido político. Ello es visible en el programa de MORENA cuando recalca lo relativo a la recuperación de la vocación social del Estado, el combate frontal a la corrupción, la construcción de una genuina democracia participativa, la defensa de la soberanía nacional, el logro de un nuevo modelo económico y la profundización de una reforma ética y política.

 

LA SUCESIÓN

Al comienzo de este artículo hablábamos de la cercana sucesión de AMLO, la cual tendrá lugar luego de las elecciones del próximo año 2024. Cabe ahora preguntarse si luego de esa entrega del poder republicano y de la jefatura partidista, veremos a AMLO dedicado a la vida plácida del retiro. Habiendo construido con su lucha perseverante toda una simbología transformadora la cual ahora, al cumplirse solo un sexenio de acomodos y ajustes , apenas comienza a dar frutos, ¿es ya MORENA una estructura con suficiente solidez orgánica?; ¿el liderazgo que ahora ha de continuar el ambicioso proceso de LA CUARTA TRANSFORMACIÓN ha asimilado el sentido ético y existencial que entraña tal cometido?; la figura que nazca de la sucesión puede parangonar la fuerza cualitativa de un liderazgo que en este momento se refleja en un 72.4% de aprobación?

Como igualmente lo mencionáramos, se realizó una encuesta muy controlada en cuanto a técnicas y plazos para medir el grado de aceptación entre los cuatro aspirantes a la sucesión. Durante la primera semana del presente mes de septiembre, cinco empresasencuestadoras recorrieron México. Una de ellas fue seleccionada por MORENA y las otras cuatro fueron escogidas, a través de sorteo, por los “corcholatas”, nombre popular que se le ha dado a los precandidatos Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal. Éstas realizaron “encuestas espejo” para contrastar sus resultados con los generados por la empresa contratada por MORENA y de allí emergió el resultado. De acuerdo a la tabulación que se mostró a la opinión pública, hay un alto grado de concordancia entre las tendencias porcentuales y a su vez todo el conjunto confirmó lo que distintas mediciones que venían realizándose este año ya dejaban claro: Claudia Sheinbaum tenía una clara y determinante ventaja sobre Marcelo Ebrard y ello permitió que fuera ya proclamada como candidata presidencial de MORENA y recibiese reconocimiento pleno de parte de AMLO.
 
Después de ese evento han ocurrido hechos que son parte del folklore electoral no solo en México, sino en todo el ámbito terráqueo, con honrosas excepciones, por supuesto. Lo significativo ahora es observar el horizonte mexicano en función de el impacto que ha de experimentar el país azteca cuando el cauce político que con suprema habilidad ha diseñado AMLO, se convierta no en un mero transcurrir de periodificaciones partidistas turnándose en el poder, sino en el desarrollo de una auténtica era de realizaciones sustantivas.



El epígrafe de esta nota pareciese ser algo, pero no lo es. Podría estar mostrando el dibujo de una reacción emocional que hoy corre por el mundo: ver en toda postura política regresiva la idealización de la democracia en indisoluble conjunción con el liberalismo a ultranza, lo cual, según el famoso pensador oriental, traía el “fin de la historia”. Pero es el caso que historia real, la de todos los días, está mostrándole a la humanidad que las macrocifras son índices pero no alcanzan a ser líneas que dibujen el standard del bienestar. Si, las democracias formales fueron trampas populistas en su mayoría y las revoluciones fueron y han sido señuelos narcotizantes que exorcizaron espejismos. A esas revoluciones nos referimos como caravanas del fracaso. Ellas y la pseudodemocracia de los privilegios han cavado el foso existencial, por lo que sigue pendiente la tarea de soñar sin fantasear.

México configuró el símbolo del Nuevo Mundo y en su destino está escrito un pasado que concita meditaciones profundas. Territorio inmenso en riquezas y en cultura, ha caído en la postración del crimen aberrante y del tráfico infernal; quizás algún (os) poder(es) muy ocultos saben que la bota debe ocuparse diariamente de pisotear los retoños del jardín, pero lo cierto es que cuando un hombre genuino en su modestia y sencillez se lanzó como quijote pueblerino (en el mejor sentido del adjetivo) a luchar contra los monstruos, muchos creyeron, entre ellos este modesto articulista, que sus gestos y acciones dibujaban ese simplismo cínico de los politiqueros depredadores enquistados en el poder mexicano desde 1946. No se percibía ni fuerza, ni robustez en sus mensajes. La lección del hombre humilde ha sido contundente cuando ha logrado sortear un sexenio y ha superado obstáculos de distinto tenor, sumando además voluntades provenientes de los màs disimiles estratos y, lo màs importante, conservando equilibrios sin crear choques destructivos.

Andrés Manuel López Obrador, AMLO, no es una figura paradigmática, ni es un ser humano ajeno a errores y a percepciones equivocadas, pero la suma algebràica de su personalidad y de su individualidad traza los inequívocos rasgos de la DECENCIA, así, con mayúsculas, y el sentido semántico de ese vocablo es mucho más profundo que el expresado en viejos manuales.


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