No solamente debate, la Inteligencia Artificial desata temor y miedo sobre el futuro de muchas profesiones y servicios de alto nivel
QUIEN SE VA PRIMERO POR CULPA DE LA IA: ¿LOS ESCRITORES O LOS EMPRESARIOS?
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Gustavo Ignacio Gómez 

No soy un experto en inteligencia artificial, pero como escritor, me ha desconcertado la histeria que la rodea, especialmente en lo que respecta al impacto que se especula que tendrá en la industria del entretenimiento. El debate central que actualmente hipnotiza las redes sociales, ocupa titulares de prensa, y alza voces en general en todo el mundo, es que la inteligencia artificial puede, y de hecho ya lo está haciendo, suplantar los estilos de muchos escritores del pasado y el presente, además de organizar, aprender y a adaptar textos para marketing en redes sociales, o incluso generar noticias y titulares en tiempo real, eliminando así la necesidad del intermediario, en este caso, el escritor.

“SALVESE QUIEN PUEDA”

Andrés Oppenheimer advirtió ya sobre esta realidad inminente unos años antes de que se propagara la histeria en masa en su libro titulado "Salvese Quién Pueda". Decía allí que los periodistas podrían estar entre los primeros en ver desaparecer sus trabajos. La llegada de esta nueva tecnología supone la posible sustitución de escritores y, al mismo tiempo, facilitaría que los altos ejecutivos reemplacen una sala de creativos con una sola persona y algunas suscripciones a diferentes IA. El día del juicio final para los artistas, y más dinero para los ejecutivos, al parecer. Entonces, ¿por qué un jóven, debería pensar en dedicarse al noble objetivo de escribir?.

Esta nueva revolución aparenta ser una inevitable implosión para aquellos que desean vivir de la palabra escrita. ¿Por qué no simplemente centrarse en tareas comerciales, la "apuesta más segura", o en profesiones que no estén en primera línea de aparente extinción?

Para responder a esta pregunta, decidí hacer lo que se hace cuando las situaciones son extremas: enfrentar al oponente, cara a cara. Excepto que esta vez el oponente no era un experto, un periodista o una manada de trolls escondidos detrás de un hilo en redes sociales.

Era un programa informático, mojigato, y codificado con inteligencia artificial.

LO LLAMAN ChatGPT.

Y le pregunté sin tapujos acerca del futuro de los escritores en la industria del entretenimiento.

De frente.

La consulta fue esta: “si tuvieras que reemplazar puestos de trabajo hoy de forma inmediata e irrevocable, ¿cuál sería el puesto más adecuado para sustituir en base a sus capacidades: los de un ejecutivo o los de un escritor?

Admito que la fórmula de la pregunta fue inspirada por una anécdota en una conferencia del Instituto Sundance (quienes dirijen el famoso festival de cine Sundance) al que asistí recientemente. El instructor, un escritor de videojuegos en un estudio de primer nivel, había sido amenazado por sus empleadores de ser sustituido por la IA. Entramos en una discusión profunda sobre el tema y él hizo una acertada analogía: la IA actual se puede comparar con "Deep Blue", la supercomputadora que derrotó al campeón Gary Kasparov en 1997. ¿Reemplazaron las computadoras a los humanos entonces? No. ¿Obligó a mucha gente a aprender nuevas habilidades para adaptarse a la nueva realidad de las supercomputadoras? ¡Sí!

La revolución tecnológica afectará a todos los integrantes de la cadena de valor, tal como fue la llegada de las computadoras e Internet. Mencionó también en su reflexión, que una de las mayores fuentes de pérdidas monetarias en la industria deportiva, es no invertir en buenos narradores.

La industria podría estar abusando de la IA para crear personajes y completar historias, pensando que ahorrará dinero sacrificando la creatividad y la calidad. Su debate con su jefe quedó en un desafío: ¿que pasa si le preguntamos a ChatGPT, a ver que nos dice?

Y es que los poderes fácticos, aquellos que ejercen la arrogancia de arrojar huesos masticados a la buena gente a sindicatos como SAG-AFTRA y WGA en los Estados Unidos, por ejemplo, claramente no entienden que son los creadores, actores, escritores los que cocinan a fuego lento y comparten entre sí las ideas para producir esas salsas secretas, esas historias y esas actuaciones, sin las cuales probablemente esos ejecutivos que pretenden abusar de ellos estarían en la calle en vez de vivir del glamuroso mundo del cine o la televisión. Los ejecutivos creen que parten con la ventaja sobre los creativos en aquello de ver quien se aprovecha primero de la IA.



LA AMENAZA

La verdad del asunto es que, si queremos ver la IA como una amenaza, ¡todos estaremos en su lista de objetivos! Las mejores mentes estratégicas deberían aprovechar la oportunidad: aprender a impulsar, adoptar la tecnología, compartir las oportunidades de democratización y no utilizarla para presionarse unos a otros.

INCLUSO ChatGPT ESTÁ DE ACUERDO

La primera vez que le pregunté a quién sustituiría primero la IA entre ejecutivos y creativos: me dió una respuesta diplomática y falsa. Básicamente decía que no podía reemplazar a ninguno de los dos.
La respuesta estaba envuelta por una modestia tan falsa que me hizo sentir como si el IA hubiera sido entrenado para reaccionar de forma defensiva ante cualquier indicación de ese tipo.

Y por supuesto, no lo creí. Aunque fuera una aplicación controlada con IA, iba a tocar hacerle perder la paciencia a la antigua: insistiendo.

Así que volví a consultar varias veces lo mismo y de diversas formas.Y finalmente obtuve una respuesta directa que se resume así: "Tanto reemplazar a un escritor como reemplazar a un ejecutivo conllevarían su propio conjunto de desafíos y complejidades. Sin embargo, en términos de la viabilidad técnica y las capacidades actuales de la IA, ciertos aspectos de las funciones ejecutivas podrían ser más fáciles de automatizar en comparación con la gama completa de habilidades y creatividad que se requieren de los escritores".

A los ejecutivos de negocios en la industria del entretenimiento generalmente se les exige cierta sensibilidad artística para realizar su trabajo, pues normalmente se requiere comprender al público, los ratings, y/o las tendencias de su audiencia, y por eso se les da cierta licencia para ser un híbrido de ejecutivo/creativo, lo que les da un nivel de subjetividad en las decisiones comerciales de una producción. Todo ese análisis de datos, sin embargo, se ha ido sofisticando mediante algoritmos que simplifican la toma de decisiones, y esos mismos algoritmos, en cierto modo, se han convertido en grilletes de eficiencia que les han quitado poder. Hoy en día, en materia de estrategia de contenidos, el ejecutivo es más un esclavo del algoritmo de Netflix, de Amazon, o de la plataforma que sea, que de sus propios instintos.

La conclusión es que la temible IA ve más fácil sustituir la integración de algoritmos y la integración de procesos administrativos que imaginar, crear y replicar una experiencia humana, lo que es dominio del escritor y el artista.

Y si la IA lo respeta todavía. Sería de inteligencia natural que el mundo empresarial lo respetase también.


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