Una corriente que asume las definiciones propias de Hitler y Mussolini cobra fuerza en la nueva recomposición política global
LA PATOLOGÍA NAZIFASCISTA
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Manuel Felipe Sierra

Como una expresión opuesta a los modelos de la civilización occidental sensiblemente estimulada por la globalización o en la definición de Wolfgan Saer “como un movimiento de los perdedores en el proceso de modernización”, lo cierto es que el fascismo y el nazismo como fenómenos políticos, sociales y culturales no murieron con las aparatosas desapariciones físicas de Benito Mussolini y Adolfo Hitler. Si bien es cierto, que con el final de la Segunda Guerra Mundial dejó de ser un instrumento de poder que colocaba al pie del patíbulo a grandes masas inocentes, y que hizo del odio y la intolerancia una melosa ideología, la herencia encarnada por los dictadores italiano y alemán, sigue latente en las entrañas de las sociedades modernas y cobra en cierto momento como ahora, la forma de una espantosa amenaza.



CAPACIDAD DE CONTAGIO
En los días que corren el neofascismo o el “fascismo genérico” como lo han calificado algunos investigadores, ofrece signos de resurrección, y es que nunca fue un modelo rígido y vertebrado, sino que conoció etapas blandas y duras de allí su capacidad de contagio en el mundo entero y no solo en la Europa de la entreguerra, y de allí también su naturaleza recurrente. En los últimos años es notorio el rebrote de las tendencias nazifascistas ya no sólo en los países europeos sino también en Estados Unidos y recientemente con graves síntomas en América Latina. Aunque las organizaciones neofascistas en Francia están fuera de la ley, en las más recientes consultas son decisivas las votaciones del “Frente Nacional” de Marine Le Pen heredera electoral de su padre Jean Marie Le Pen con planteamientos de ultraderecha con inocultable aliento nazifascista. Lo mismo puede decirse del partido VOX en España de ideología ultraconservadora como legado del franquismo, y cuyo líder Santiago Abascal promueve una alianza con organizaciones de extrema derecha en América Latina. En Italia durante un buen tiempo, Silvio Berlusconi representó una propuesta de inspiración “mussoliniana”, previa al actual mandato de Giorgia Meloni de “Hermanos de Italia” quien proclama orgullosa su condición fascista. Al mismo tiempo organizaciones como el “Partido Nacionalsocialista Ruso” (Rusia), ”Amanecer Dorado” (Grecia), el “Partido Popular Nuestra Eslovaquia” (Eslovaquia), y “Alternativa para Alemania” y “Partido Nacionaldemócrata” en territorio alemán, entre otros y en varios países del continente, registran significativa expansión electoral.



EFECTO TRUMP
En los Estados Unidos el movimiento neonazi se ha dispersado a través de minorías culturales, los blancos hispanos y afroamericanos que se consideran como la causa de problemas sociales como la delincuencia y el desempleo. El sorpresivo caudal electoral del candidato republicano Donald Trump en las elecciones de 2016, para muchos analistas era una vertiente cercana al racismo propio de las propuestas nazifascistas. Así como en la vecina Canadá han surgido con movimientos que asumen ideas similares.



LA CARTA DE MADRID
En América Latina salvo expresiones más bien minoritarias en países como Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, Perú, México y Costa Rica no podía hablarse del peligro lejano del nazifascismo. Las propuestas conservadoras, derechistas, reaccionarias y militaristas presentes en la disputa histórica dictadura-democracia correspondían a las características del proceso histórico de la región. En años recientes en buena medida por efecto del llamado “fascismo digital” y la creación de la “Carta de Madrid” en el 2020 en la capital española por el partido VOX de Santiago Abascal, la denominación es asumida sin beneficio de inventario ideológico, por la derecha tradicional en su confrontación con las ideas y gobiernos nacidos del “Foro de Sao Paulo” y el “Grupo de Puebla”, que reúne los líderes y gobiernos genéricamente progresistas o de izquierda, como los de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Honduras, Cuba, y algunos miembros de Caricom.

PLAN MILLEI
En una reciente reunión internacional en Buenos Aires presidida por el gobernante Javier Milei y el propio Abascal se ratificó la vigencia de la “Carta de Madrid” en América con el apoyo de figuras de notable peso político como el expresidente Jair Bolsonaro de Brasil, José Antonio Kast (Chile), Guillermo Lasso (Ecuador), María Fernanda Cabal (Colombia), María Corina Machado y Antonio Ledezma (Venezuela) entre otros.


 
NUESTROS DIAS
“El fascismo de nuestros días, como lo llama Mario Vargas Llosa” se diferencia, lógicamente, en sus causas y formulaciones de los regímenes que ensombrecieron la historia del siglo XX. Ahora, si bien el objeto no es la voracidad territorial ni la medición de la musculatura bélica entre las naciones, se exalta sin embargo, sus componentes más perversos: el desprecio por la condición humana y las prácticas del odio en sus formas más execrables. Ya no se trata de imponer formatos políticos ni de establecer nuevas concepciones económicas. La patología nazifascista se presenta por igual en gobiernos democráticos, autoritarios, sultánicos o tribales, salvando espacios geográficos y niveles de desarrollo cultural. La herencia del fascismo se constata no sólo en la pérdida de libertad y la destrucción material de naciones, sino también en los efectos morales y psicológicos sobre sus poblaciones, es “la promesa de ser, no era posible nada mejor”, como dice Sebastián Haffner. El fascismo y todas sus versiones suponen la fractura de la psiquis colectiva; la instalación del desencanto como una manera de vivir y desatan una sensación envolvente, inescapable, como si se habitara en una terrible cárcel humana.

“EL MUNDO DE AYER”
El filólogo Victor Klemperer en su estudio “LTI, La Lengua del Tercer Reich”, profundiza en los cambios casi imperceptibles pero que fijan huellas eternas en el comportamiento humano. 



Dice Klemperer: “El nazismo se introducía más bien en la carne y la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de forma sintácticas que imponían repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconscientes”. Ya antes, Stefan Zweig había dejado su conmovedor testamento en “El Mundo de Ayer”. También observador privilegiado de los dos conflictos mundiales no pudo superar el desasosiego y la angustia que le producía la absurda matanza que presenció en Europa. El escritor austríaco junto con su esposa, se quitó la vida en Brasil un día de carnaval de 1942. Juraba entonces, que las sombras el fascismo cubrirían finalmente al planeta.







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