Carlos Pérez-Ariza
En una decisión unipersonal del jefe Abascal/Vox ha roto el pacto de gobierno con PP en cinco CCAA. Como excusa pone el reparto a esas administraciones de 400 menores inmigrantes ilegales, que colapsan los servicios sociales en las islas Canarias, poco Afortunadas hoy. Dice Abascal que esos menores no acompañados son un peligro en potencia, un grupo de delincuentes. El asunto de la emigración ilegal desde África a España es un problema profundo y complejo, que hunde sus raíces en las potencias coloniales europeas extractivas. Y la burocracia incapaz de la UE para enfrentar esa invasión ilegal.
Las consecuencias de la venal decisión de Abascal abren puertas a la inestabilidad de esas CCAA. Deja al PP gobernando en minoría. Las expone a mociones de censura y, seguramente, a un adelanto electoral, que facilita a gobiernos para el PSOE y sus socios habituales. Por ahora, Sánchez ha expresado estar muy feliz. Abascal ha hecho el papel de tonto útil, sin serlo. Parece trabajar para La Moncloa. Así, tenemos al «puto amo» para rato.
Otra fase, que desprende la mano de Abascal, es la disidencia de algunos de sus militantes, que ocupan cargos en esas CCAA cogobernadas, negándose a dejar sus carteras. Esos serán expulsados por el Duce Abascal debilitando más a Vox. Además, ya los votantes de a pie, afiliados o no, claman contra Abascal, que echa por la borda su primera –puede ser la última– experiencia de gobierno real. Aquí quien gana es el PP y el PSOE.
La otra variable es que la izquierda toda se ve ganadora con una derecha tan mal avenida. El PP ya no va a obtener mayoría parlamentaria por sí solos, el PSOE de Sánchez sí, pues tiene donde escarbar apoyos a la siniestra española. Abascal puede apostar a mantener unos 20 diputados y seguir siendo necesarios al PP. Por ahora, esa confianza está rota. Queda un Abascal digno con su idea contraria a la inmigración ilegal, pero dinamitero de la estabilidad gobernando junto a su antiguo PP.