Leopoldo Puchi
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, en su discurso conmemorativo del 203 aniversario de la Batalla de Carabobo, planteó que el proceso electoral del 28 de julio es parte de un dilema existencial para Venezuela. Según sus palabras, el país enfrenta la decisión de "volver al colonialismo, al entreguismo, al proimperialismo, o apoyar a la patria insurgente, valiente, corajuda, bolivariana y antiimperialista, para acabar con esa guerra artificial que se ha infiltrado en los intersticios de nuestra nación".
Hasta el momento en que Padrino López pronunció estas palabras, poco se había considerado este ángulo de la coyuntura política venezolana y sus posibles consecuencias. En un mundo cada vez más interconectado, donde los eventos locales son parte del reordenamiento internacional en curso, las decisiones políticas que se tomen internamente tienen implicaciones geopolíticas con repercusiones globales.
IDENTIDAD Y FUTURO
El planteamiento de Padrino López no solo enmarca la elección presidencial como una decisión política interna, sino como un momento decisivo que podría redefinir la identidad y el futuro del país. Este discurso resalta la tensión entre la dependencia externa y la autodeterminación, un tema de vital importancia para Venezuela y de gran relevancia en el tablero mundial, más allá de las críticas que puedan surgir respecto a la retórica utilizada.
CONTEXTO MUNDIAL
El contexto geopolítico en el que se desarrolla el proceso electoral venezolano se define por al menos tres coordenadas principales. Primero, el conflicto entre Venezuela y Estados Unidos, en el que Washington busca realinear a Venezuela dentro de su zona de influencia utilizando las sanciones como herramienta.
En segundo lugar, el mundo se encuentra al borde de una potencial tercera guerra mundial, debido al conflicto en Ucrania entre Rusia y la OTAN, así como a las crecientes tensiones con China y las del Medio Oriente. Estos enfrentamientos globales inciden sobre el escenario venezolano.
Finalmente, el 5 de noviembre, Estados Unidos celebrará sus elecciones presidenciales, un evento de enorme importancia para el mundo entero. El resultado de estas elecciones no solo determinará el destino de Estados Unidos, sino que tendrá un fuerte impacto en la política global y repercutirá en la evolución de los acontecimientos en Venezuela después del proceso electoral del 28 de julio.
PAZ POLÍTICA
Las elecciones presidenciales en Venezuela se celebrarán en medio de persistentes hostilidades por parte de Washington y sin la reanudación de relaciones diplomáticas entre los dos países. Este escenario arroja una sombra sobre la evolución de los acontecimientos y genera incertidumbres que podrían haberse evitado con un acuerdo de paz política entre Washington y Caracas.
Un pacto de cooperación económica y de seguridad, basado en el respeto a la soberanía política de Venezuela y de una política de no alineamiento, habría proporcionado un marco más estable. Sin ese acuerdo, el dilema enunciado por Padrino López no solo subraya la complejidad de la situación, sino que también resalta la vigencia del dilema planteado.
ELECCIONES EEUU
A partir de las consideraciones anteriores, es importante examinar las posiciones y agendas que podrían adoptar los dos candidatos de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en relación a los resultados electorales y al planteamiento de Padrino López.
Los antecedentes de Donald Trump y Joe Biden los sitúan en una misma visión que concibe a Venezuela como parte de su dispositivo geopolítico. Trump privilegió un enfoque agresivo, mientras que Biden ha adoptado una estrategia de "engatusamiento", ambos con el mismo objetivo final.
TRUMP / BIDEN
Hay quienes sugieren que Trump podría optar por abandonar el objetivo de su primer mandato y tomar una ruta que enfatice los valores del conservadurismo clásico, que promueve el aislacionismo y la reducción de la intervención en la política de otros países. En contraste, Biden, aunque de modales menos bruscos, podría continuar con la ideología del intervencionismo liberal y la agenda que busca mantener la supremacía estadounidense.
Sin embargo, no se puede ignorar que, en la élite de Washington, tanto demócratas como republicanos, todavía prevalece una añeja doctrina: la Doctrina Moroe, que ha perdurado bajo diversas formas hasta el siglo XXI. ¿Trump la abandonará? ¿Biden la perpetuará? Esta incógnita coloca el dilema de soberanía o subordinación en el ojo del huracán.