En 1995, incluso, Estados Unidos podía producir 30 veces más de piezas de artillería de lo que está en capacidad de producir hoy día
¿SERÁ UNA EXCEPCIÓN LA NACIÓN EXCEPCIONAL?
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Alfredo Toro Hardy

En la década de 1640 España se adentró en una profunda crisis que puso fin a su hegemonía en Europa, estuvo a punto de acabar con la dinastía reinante de los Austria y desencadenó un proceso sostenido de decadencia. Esta decadencia sólo habría de comenzar a revertirse con la llegada de la democracia y el ingreso del país a la Comunidad Económica Europea en las décadas finales del siglo XX. La sobre expansión de los compromisos militares españoles, y las guerras simultáneas que debió enfrentar, pusieron en marcha una dinámica tantas veces repetida a lo largo de la historia: El declive de una gran potencia.

En su monumental obra de 1987 Auge y Caída de las Grandes Potencias, Paul Kennedy se refiere a este sobredimensionamiento de compromisos militares como una constante histórica en el declive de los grandes poderes. Un sobredimensionamiento que Estados Unidos claramente confronta en la actualidad.

En enero de 2012 su Departamento de Defensa hizo público el llamado “Concepto de Operaciones Conjuntas de Fuerzas”. De acuerdo a este, como potencia global con intereses globales, Estados Unidos debía mantener la capacidad para proyectar un poder militar creíble en cualquier región del mundo en defensa de esos intereses. Como expresión de esta misma óptica estratégica, dicho país mantiene seis comandos regionales de combate a lo largo y ancho del planeta, así como 750 bases militares en más de 80 países.

Sin embargo, lo más representativo de este sobredimensionamiento es el hecho de que Estados Unidos confronta la rivalidad estratégica simultánea de China, Rusia, Corea del Norte e Irán. En el primer caso se trata de la mayor potencia económica y militar en ascenso que incrementa aceleradamente su arsenal nuclear, en el segundo de una potencia que aunque más modesta en términos económicos dispone de más de 3900 ojivas nucleares, en el tercer caso de un país que posee entre 50 y 60 cabezas nucleares y que a finales de 2023 probó un misil intercontinental con supuesta capacidad para alcanzar el territorio continental estadounidense. Finalmente, en el caso de Irán, de un país que va camino a acceder la bomba atómica, que dispone de un importante arsenal misilístico de alcance regional y con movimientos armados bajo su tutela en buena parte del Medio Oriente. Dichos países conforman un eje revisionista en ascenso que busca dar al traste con las reglas de juego fijadas por Estados Unidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, así como con el liderazgo mundial de este país.

Estados Unidos confronta, en este sentido, algunos problemas difíciles de remontar. En primer lugar, mientras Rusia, China e Irán buscan afirmar su poder en lo que consideran como sus espacios naturales de influencia, Estados Unidos busca contener su expansión en los propios vecindarios de aquellos. Se trata de una proposición inmensamente difícil de implementar en espacios donde éstas concentran el grueso de sus fuerzas militares. Particularmente en el caso de China. En segundo lugar, este eje revisionista en conformación está consciente del sobredimensionamiento estratégico estadounidense y podría coordinar sus acciones con miras a desbordar la capacidad de respuesta estadounidense. En tercer lugar, tales países conocen las vulnerabilidades resultantes de la extrema polarización societaria estadounidense y de como ésta afecta profundamente la confiabilidad de Washington ante sus aliados. Finalmente, pero de manera fundamental, Estados Unidos no es ya lo que fue en tiempos de la Guerra Fría cuando era la primera potencia industrial del planeta. En 1995, incluso, Estados Unidos podía producir 30 veces más de piezas de artillería de lo que está en capacidad de producir hoy día. Cada misil, tanque o bomba que Estados Unidos entrega a Ucrania, Israel o Taiwán, va generando un vacío creciente en su arsenal que cuesta dificultad reponer. Por contraposición, China es un portento industrial en materia militar que ha superado ya a Estados Unidos en número de naves de guerra y submarinos.

Estados Unidos bien podría estar próximo a adentrarse en su propio 1640. Su capacidad para enfrentar a la potente coalición que va tomando cuerpo, luce inmensamente cuesta arriba. Máxime cuando aspira a mantenerse como líder en los espacios directos de aquellas. A no dudarlo, la auto percibida nación excepcional no tiene porque ser una excepción en la historia del auge y caída de las grandes potencias.


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