Leopoldo Puchi
Los recientes acuerdos alcanzado entre Estados Unidos y Venezuela han abierto interrogantes sobre las razones que los han hecho posibles. ¿Qué ha llevado a Washington a dar un viraje tan fuerte en su política y acordar una relajación considerable de las sanciones, especialmente en el sector petrolero?
Las respuestas a esta pregunta han sido múltiples y diferentes observadores de la política internacional han intentado explicar los motivos de ese cambio desde diversas perspectivas. La versión oficial, respaldada por las agencias de noticias, sostiene que la reducción de las sancione se debe a un acuerdo político entre la oposición y el gobierno venezolano con el objetivo de “garantizar condiciones políticas de cara a las elecciones presidenciales de 2024”.
Si bien este elemento puede tener su lugar en las explicaciones, la forma en que se presenta en realidad actúa como una justificación para mitigar las críticas a las decisiones de Biden, por parte de los sectores más radicales de la política estadounidense, que se oponen a cualquier entendimiento.
PRAGMATISMODentro de los análisis realizados sobre el cambio de la política estadounidense, podemos identificar las siguientes explicaciones, que se articulan de forma complementaria: la necesidad de estabilizar los mercados energéticos; el propósito de reducir la presión migratoria; el interés en fortalecer las fuerzas internas debilitadas por la política del período de Trump y la aspiración a crear condiciones para un cambio de gobierno.
De todos estos elementos, el que ha sobresalido es el de la necesidad de asegurar el suministro de petróleo y gas para el mercado internacional, una necesidad que surgió a raíz de la Guerra de Ucrania y que se ha intensificado por la escalada del conflicto entre Israel y Palestina. Para algunos analistas, esta necesidad ha forjado una suerte de coalición de intereses pragmáticos, en la que tanto la Casa Blanca como las corporaciones petroleras coinciden.
PESADILLAA principios de septiembre, el Financial Times señalaba:
“Un renovado esfuerzo de Arabia Saudita y Rusia para impulsar el precio del petróleo hacia los 100 dólares el barril amenaza con convertirse en otro problema para el presidente Joe Biden”.
En esos mismos días, el FT publicó un informe titulado “La pesadilla fronteriza mexicana de Biden”, que resaltaba el impacto negativo del problema migratorio en la imagen del mandatario. Según el reporte,
“los votantes confían en Donald Trump más que en Joe Biden en materia de inmigración en una proporción de aproximadamente dos a uno, y ese tema está a la par de la economía como una de las principales preocupaciones de los votantes”.El 11 de septiembre, el mismo FT anunció un acuerdo entre Venezuela y Estados Unidos con el siguiente titular:
“Los bonos venezolanos suben mientras los inversores apuestan por la distención con Washington”.
Además, el artículo afirmaba:
“Biden quiere llegar a un acuerdo para resolver dos problemas de su reelección: la migración y los intentos ruso-sauditas de restringir el mercado petrolero”.Como resultado de ello, Washington solicitó un acuerdo para la deportación de venezolanos, al mismo tiempo que se espera que el alivio de las sanciones mejore las condiciones en Venezuela, lo que podría reducir la actual presión migratoria.
¿TOM Y JERRY?Cuando intentamos explicar el viraje de Washington, no podemos limitarnos a considerar solamente los intereses petroleros y los problemas migratorios. Es necesario comprender que el pulso geopolítico entre Estados Unidos y Venezuela no ha llegado a su fin. La Casa Blanca ha diseñado una nueva estrategia en remplazo de la política de Trump, que ha sido bautizada por el Washington Post como “estrategia de engatusamiento".
Esta estrategia incluye como elemento inicial la reincorporación de las fuerzas internas de oposición en la dinámica electoral, para que se conecten con la sociedad tras la derrota del esquema insurreccional de 2019. La reciente apertura de Washington ha facilitado que estos actores reciban una especie de amnistía política por parte del Gobierno, un compromiso que se formalizó en Barbados.
Este ajedrez político crea un escenario propicio para nuevas dinámicas en las que Estados Unidos buscará lograr su objetivo estratégico: reincorporar a Venezuela en su dispositivo geopolítico. Todo dependerá de los pasos futuros en la estrategia de “engatusamiento”, una denominación que nos recuerda de alguna manera la famosa serie de dibujos animados "Tom y Jerry”.