Eduardo Martínez
Lituana de nacimiento, al culminar sus estudios y luego de una corta experiencia profesional (1960), se radicó en Caracas donde fundó un hogar con el ingeniero Luis Rosales. Ya su madre vivía en Caracas con Danute, su hermana menor. Periodista, historiadora, escritora, investigadora, políglota, traductora, excelente ama de casa e insigne madre de 5 hijos varones. ¡Todo, a la vez!
En esos tiempos convulsos de la II Guerra Mundial y de la incipiente post guerra, Jurate había estudiado en Lituania, Alemania, Francia y luego en los Estados Unidos. Idiomas que hablaba con soltura, a parte del español, el polaco y el ruso. Sobre este último idioma, prefería decir sin mayores comentarios que “no lo hablaba”.
Sin embargo, de esta etapa en su vida, tal vez su recuerdo más impresionante, fue su testimonio siendo una niña – de unos 9 años- del día siguiente de la Noche de los Cristales Rotos en Berlín (Kristallnacht ) en noviembre de 1938.
Cuando relataba este suceso, con su caminar llevada de la mano por su madre sobre los cristales rotos en las aceras de Berlín, eran de tal realidad que parecía que oíamos el craquear de las pisadas de sus infantiles zapatos sobre las aceras.
Su naturaleza políglota le provenía de su madre, quien llegó a ser traductora de 8 idiomas de Europa Oriental. Labor que hizo hasta avanzada edad para la embajada de Francia en Caracas.
En esa saga de traducciones de varios idiomas, la seguiría su hermana Danute. Esa señora de pelo amarillo, que por varías décadas, prestó sus servicios a distintos presidentes venezolanos cuando le venía a visitar mandatarios extranjeros. Todos la veíamos en la televisión y en las fotografías oficiales.
En Nueva York Jurate estudió periodismo en la Universidad de Columbia. Y mientras estudiaba, trabajaba como redactora para una publicación de la comunidad lituana. Algo que la conectaría de por vida a la lucha de los lituanos para liberar a su nación del yugo soviético.
Sin embargo, Jurate en sus primeros años de labores, llegaría a trabajar también como traductora en Europa para las nacientes organizaciones de la ONU. Hasta como decía ella “se enamoró y enamoró a Luis” el amor de su vida.
VENEZOLANA
Su venezolanidad la ejerció a plenitud, sin detenerse un solo momento y, se puede asegurar: sin mostrar cansancio alguno. Algo que compartió doblemente con su sentimiento de lituana en el exilio. Al punto que en su casa, a sus cinco hijos y hasta su marido, y las mascotas inclusive, les hablaba en lituano. Lo que le permitió trasladar las tradiciones bálticas.
Era infatigable. No tenía límites en sus tiempos para investigar, analizar y escribir, para luego dirigir la diagramación, supervisar el montaje, hasta ver moverse los engranajes de la rotativa y sentir el olor de la tinta todavía húmeda dejada sobre el papel.
Como ella misma contaba, era sobreviviente del III Reich en Alemania, de la invasión soviética comunista a Lituana y del recorrido a toda carrera por tenebrosos e inseguros caminos de la Europa en guerra, hasta a estar a salvo en la Francia liberada. Un episodio de su vida que a veces la hacía temblar.
Cuando ya contaba con una edad avanzada, la represión del régimen chavista le prohibió salir del país. Ella se lo tomó con gran estilo.
En esa ocasión me comentó: “a esta edad, ya no quiero viajar”. Además, “sobreviví a los nazis y a los rusos”. Agregando con humor: “y estos que se creen”.
Como periodista, Jurate fue implacable con gran diplomacia, y no menos humor. En los sucesos y episodios, olía la noticia desde el primer momento. Cuidadosa con las palabras, sabía sazonar sus escritos con una buena dosis de humor. Tal vez aprendidas de su esposo Luis, quien sabía con pocas palabras hacernos reír y, también, meter el dedo en la llaga.
Hay dos episodios dignos de recordar. El primero como llegó a la redacción de la revista Zeta en busca de trabajo. Y el segundo, como se convirtió en la directora de Zeta.
Rafael Poleo, quien no la conocía hasta que se le presentó en atención a un aviso publicado solicitando traductores, nos contó que luego del Viernes Negro (1983) la revista necesitaba un traductor. Es así como un buen día se le presentó “esta señora”, quien le dijo que necesitaba trabajar porque con la devaluación y cinco hijos la cosa era apretada. Poleo la contrató. Así empezó la relación laboral.
Luego de un tiempo, en la hora crítica del montaje de la revista, Poleo tuvo que salir a una reunión urgente, y no tenía a quien dejar encargado de ir montando las notas. En ese momento Jurate llegó para entregar unas traducciones. Lo que llevó a Poleo a pedirle que le ayudara momentáneamente en el montaje. Le dio unas breves explicaciones, y se fue.
Cuando Poleo regresó a la redacción, resultó que ya Jurate había montado prácticamente todas las notas. Poleo ya no hacía falta.
Rafael Poleo nunca había dejado en manos de otro periodista la dirección de Zeta. Con el tiempo, eso fue lo que hizo. Designando a Jurate Rosales como directora, y quedando él como Editor.
SU COMPROMISO CON LA HISTORIA
En la plenitud de su vida, Jurate sorprendió con sus investigaciones sobre los Godos y Bálticos, y de como invadieron Europa. El resultado de sus investigaciones las publicó en el libro “Los Godos”.
Esta investigación se inició, cuando en la biblioteca Arcaya de Caracas, consiguió una edición de la Primera Crónica de España escrita por Alfonso X El Sabio. Lo que demostraba que la invasión goda a España, ocurrida en el Siglo V, no era germánica sino báltica (de Lituania y Letonia), ocupando un tercio de la Europa nororiental.
También Jurate señaló que “la arqueología moderna confirmó algo más sorprendente: la historia de Alfonso X El Sabio fechaba a partir del segundo milenio antes de Cristo, era absolutamente cierta. ¡Europa tenía una Historia tan lejana como el antiguo Egipto!”
Además, Jurate señaló que “De paso se derrumbaba la teoría de un idioma madre europeo, llamado el indoeuropeo, para dar lugar a muchísimos otros contactos y traslados de vocablos, dentro de una Unión Europea prehistórica”.
Este libro de Jurate Rosales ha llegado ser calificado como “la piedra de Roseta de la Historia Europea”.
EL LEGADO DE UNA MUJER INCANSABLE
El fallecimiento de Jurate Rosales nos deja una gran tristeza. Tuve la dicha de trabajar con ella en momentos muy difíciles de nuestra historia, y de la historia del periodismo venezolano. Ha sido enorme lo que pude aprender con ella. Y recordándola, lo que seguiré aprendiendo de ella. Su dedicación al trabajo, su agudeza y honestidad profesional es un gran legado.
Añoraré las horas que compartimos en la redacción de la Revista Zeta. Sobre todos, esas horas informales de hablar a “dibujo libre”, con una taza de café en una mano, y en la otra una galleta o un trozo de torta de la más exquisita cocina lituana, probablemente “algo tropicalizada”.
También me harán falta las discusiones cuando teníamos visiones distintas. Encontronazos periodísticos, que con respeto, solíamos tener. Y que al final, culminaban con notas escritas a cuatro manos, con muy buenos resultados.
Finalmente, mencionaré una anécdota que si mal no recuerdo fue el episodio que más la hizo reir a carcajadas. En el 2004, previo al Revocatorio, emprendí un viaje de 14 días en un crucero por el Mar de Norte. Cuando partía, le dije en broma que era “para descansar de Jurate”. Me dijo: “le voy a hacer falta, ya verá”.
En esos 14 días en el barco, resultó que la joven mesonera que nos atendió era lituana, y para mi sorpresa se llamaba “Jurate”.
Cuando al regreso se lo conté, no contenía su risa y -si mal no recuerdo- me dijo “no se libró de Jurate”, y añadiendo me advirtió a carcajadas: “ya va aprendiendo lo fuerte que somos las lituanas”.
Es un honor en mi vida haber conocido a Jurate Regina Statkuté de Rosales, y lo que más aprecio, haber trabajado con ella.