China se ha transformado en una superpotencia militar asimétrica. Es decir, ha desarrollado sistemas armamentistas que cuestan una fracción de los estadounidenses y que, sin embargo, pueden neutralizarlos. Explotando los puntos vulnerables de aquellos, pueden destruirlos o hacerlos inoperativos. Michael Pillsbury describía esta situación en términos gráficos, aludiendo que China se había dedicado a construir flechas dirigidas al talón de Aquiles de Estados Unidos.
Sin embargo, en 2030 China habrá de superar el PIB de Estados Unidos en términos reales. De hecho, en 2014 ya lo superó en términos en Poder de Paridad de Compra. A partir del 2030, Pekín podrá sobrepasar los gastos militares de Washington, sin que este pueda hacer mucho al respecto. Según el propio Michael Pillsbury: “Para 2050 la economía china será mucho más rica que la estadounidense: quizás hasta tres veces mayor de acuerdo a algunas proyecciones (…) China estará en capacidad de sobrepasar a su antojo los gastos militares de Estados Unidos” (The Hundred-Year Marathon, New York, 2018).
Si lo anterior llegase a ser el caso, Washington se vería confrontado a dos opciones igualmente desagradables. La primera sería entregar uno tras otro sus espacios de influencia y agachar la cabeza ante la superioridad militar china. La segunda, sería tratar de equiparar el gasto militar chino, lo cual conduciría a una situación similar a la de la Unión Soviética frente a Estados Unidos en los ochenta, quien se vio llevada a un punto cercano a la bancarrota.
A nivel de armamento nuclear, sin embargo, Estados Unidos mantiene una ventaja apabullante sobre China. Por largos años, ello le brindaría una importante ventaja. De acuerdo a la Asociación de Control de Armamentos, Estados Unidos posee en la actualidad 6.185 cabezas nucleares, frente a las 290 en poder de China. Esa superioridad, no obstante, puede resultar más teórica que efectiva. Incluso disponiendo de mayor poder de gasto, es posible que China considere como un sin sentido la búsqueda de la paridad o de la superioridad nuclear. Las razones serían las siguientes.
El armamento nuclear se divide en dos tipos: táctico y estratégico. El primero es de corto alcance, diseñado para ser utilizado en un campo de batalla contra objetivos específicos y con un poder de destrucción inferior. El segundo es de largo alcance y diseñado para destruir objetivos mayores, tales como ciudades. Con su capacidad balística misilística convencional, China podría afrontar el reto de lo primero, mientras que con su nivel de armamento nuclear estratégico podría disuadir el uso del mayor poder nuclear estratégico estadounidense.
El poder balístico misilístico de China es uno de los puntos fuertes de su armamento asimétrico. En número, precisión de tiro, rango de distancia y poder destructivo, el arsenal misilístico convencional chino puede causar inmenso daño a los objetivos militares estadounidenses, haciendo innecesario recurrir a armamento nuclear táctico.
En cuanto a armamento nuclear estratégico, China enfatiza la disuasión, buscando hacer prohibitivos los costos del primer uso de dicho armamento por parte de Estados Unidos. Reteniendo la capacidad de retaliación nuclear sobre las grandes ciudades estadounidenses, China busca neutralizar la superioridad numérica del arsenal estadounidense. A tal efecto, China ha desarrollado todo un arsenal de misiles de largo alcance.
Buen ejemplo de ello es su misil balístico intercontinental DF-41. El mismo representa lo más avanzado del sistema nuclear chino. Se trata de un misil de combustible sólido, susceptible de ser transportado sobre ruedas. Posee capacidad para cargar diez cabezas nucleares independientes y dispone de un rango de distancia de 15.000 kilómetros. Otro ejemplo es el misil balístico JL-3. Se trata de un misil de combustible sólido, diseñado para transportar cabezas nucleares lanzadas desde submarinos y capaz de recorrer una distancia de 9.000 kilómetros. Para lanzar los misiles JL-3, China dispone de cuatro submarinos nucleares de la clase Jin, con un quinto submarino más avanzado en fase de construcción. Cada uno de dichos submarinos puede cargar doce misiles nucleares.
Tanto los misiles terrestres móviles (capaces de ser transportados de un lugar a otro y de ser escondidos con facilidad), como los misiles basados en submarinos, resultan inmensamente difíciles de detectar. En tanto tal representan un inmenso reto para Estados Unidos, pues mantendrían la capacidad de represalia china en caso de que Estados Unidos lanzara el primer ataque. Más aún, China se encuentra desarrollando tanto un misil balístico nuclear capaz de ser lanzado por aire, como un modelo de avión bombardero invisible a los radares, susceptible de llevar dicho armamento. Cuando estén listos, China igualará a Estados Unidos y a Rusia dentro de la tríada nuclear, capaz de lanzar misiles nucleares estratégicos por tierra, mar y aire.