La frase como recomendación de Arturo Uslar Pietri en 1936, signó el destino petrolero del país.
SEMBRAR EL PETRÓLEO
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Rafael Simón Jiménez

En febrero de 1936, en medio del furor económico generado por los crecientes ingresos provenientes de la explotación petrolera, que se constituían en la primera fuentes de aportes al Fisco Nacional, el joven intelectual Arturo Uslar Pietri, se atrevió a insertar en el diario AHORA, un editorial que bajo el título de SEMBRAR EL PETROLEO señalaba “...urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva, para crear las bases sanas, amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera Acta de Independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas para invertirla en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales…”


El título del editorial, calzado con la firma de quien ya despuntaba como uno de nuestros más sólidos y brillantes intelectuales, se ha convertido a lo largo de los años posteriores a su publicación, en una consigna y un propósito reiteradamente incumplido, pues la dependencia del petróleo y el efecto rentista sobre nuestra economía se ha transformado en un pesado fardo, hasta hacernos cada día más monoproductores, y atrofiar las potencialidades de construir una economía diversificada, sólida, productiva y competitiva, que se convierta como lo proclamaba clarividentemente Uslar Pietri en nuestra segunda Independencia Nacional.

CRECER Y PROGRESAR

Al explicar muchos años más tarde el sentido que involucraba el título del editorial, el escritor venezolano señalaba “…Había que desarrollar en Venezuela una economía reproductiva y renovable que pudiera crecer y progresar con el país, en lugar de disminuir y para ello aprovechar la riqueza transitoria de las actividades mineras” y más adelante al precisar su intención de editorialista precisaba “… fue lanzada como un grito de alerta y como un llamado a la razón”. Pensaba que si la gente se penetraba del sentido de aquella frase simple y casi paradójica, esta podía convertirse en el punto de partida de una gran transformación del país.
 
¿Qué hay que hacer? Parecían preguntarse todos. La respuesta simple y concreta que se me ocurrió ofrecer era: Sembrar el petróleo. En el más literal de los sentidos podía parecer un rito mágico: tomar la prieta y mal oliente substancia que brotaba de las torres de perforación, y que rodaba pesada y viscosa por los tubos de los oleoductos, para llevarla a los surcos y convertirla en cosecha, de ese modo el “aceite negro” inerte podía convertirse en millones de hectáreas irrigadas y sembradas, en gordos rebaños, en chimeneas de fábricas, en rotación de ejes de transmisión, en alegre crepitar de motores…”

EL ACEITE NEGRO

Más adelante Uslar explica el sentido de la siembra propuesta “…Parecía una fórmula mágica, pero era la síntesis más exacta de una política económica realista. No íbamos a sembrar aceite negro en los surcos de labranza, como brujos de la noche de Walpurgis, sino que íbamos a convertir el petróleo en dinero, y al dinero invertirlo en el desarrollo de una economía reproductiva, sana y creciente”. El cuanto a la manera como la frase de popularizó y se transformó en consigna nacional, el intelectual explica “La frase “sembrar el petróleo” había nacido tanto como un significado, tenía un destino. De la página del periódico había pasado ya a mentes y opiniones. Se comenzó a repetirla. Más tarde apareció en escritos. “Estalló en la oratoria en las reuniones populares…”

 
ALBERTO ADRIANI
 
Al defender su clara paternidad sobre el editorial, y la frase que luego se convirtió en consigna, el escritor descarta, como algunos afirman que la misma hubiera sido plasmada originariamente por Alberto Adriani, señalando “…Es a quien con más frecuencia se le ha atribuido la paternidad. Era una atribución inteligente. Adriani, muerto en plenitud de su capacidad servidora, era un hombre de mentalidad clara y sentido práctico, que tenía la pasión de poner en marcha a Venezuela en una lucha heroica contra el atraso. La idea que expresa la frase coincidía en muchos puntos con su manera de entender las vías del desarrollo económico venezolano. Sin embargo, no fue suya la frase, no aparece en ninguno de sus escritos o declaraciones, no se la ha atribuido ninguna persona que se la oyera decir a el mismo, y si, para bien del país se hubiera prolongado su vida fecunda, hubiera sido el primero en desmentir esa atribución…”

Más de ocho décadas después, la consigna de “Sembrar el petróleo” sigue siendo repetida con tanta insistencia y perseverancia, como la que han tenido nuestros gobernantes, para dilapidar la riqueza petrolera y hacernos cada vez más dependientes de su renta. 

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