VENEZUELA EN LA MIRA: EL DILEMA DE ESTADOS UNIDOS
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Leopoldo Puchi

En un contexto mundial de altas tensiones, el interés estratégico de Estados Unidos en Venezuela sigue siendo un factor determinante para entender la evolución de la actual coyuntura. La proclamación de Nicolás Maduro como ganador de las elecciones del 28 de julio no ha sido aceptada por Washington. Esta divergencia no es solo un desacuerdo formal, sino que representa una pugna más profunda por el petróleo, la influencia, los recursos y el rumbo que tomará América Latina. La cuestión central es: ¿cómo responderá Washington a la situación de Venezuela?



El pasado 12 de septiembre, el Departamento del Tesoro de EEUU impuso sanciones a dieciséis funcionarios vinculados al Consejo Nacional Electoral, al Tribunal Supremo de Justicia y a la FANB. Un gesto que, más que tener un efecto real, parece destinado a marcar una posición simbólica y mostrar que la Casa Blanca no permanecerá silenciosa, Sin embargo, estas medidas no despejan la incógnita sobre la estrategia que Estados Unidos adoptará para lograr su objetivo de reinsertar a Venezuela en su esfera de influencia.

LECCIONES
La fecha de la juramentación, el 10 de enero se acerca rápidamente, pero aún se desconocen los planes y las medidas económicas que Washington podría implementar. El fracaso de la campaña de "máxima presión" de la administración Trump ha dejado lecciones importantes. Aunque las sanciones lograron afectar al Gobierno, también repercutieron directamente en el suministro de petróleo al mercado global y, lo que es peor, causaron un impacto devastador en la población, que exacerbó la migración. Irónicamente, estas sanciones resultaron ser contraproducentes incluso para los propios intereses de Estados Unidos.



NAVY SEALS
Entre las posibles estrategias que Estados Unidos podría adoptar hacia Venezuela se encuentran varias modalidades de intervención o acciones encubiertas destinadas a la desestabilización. Desde la perspectiva histórica, este tipo de operaciones ha sido una herramienta de uso frecuente en la política exterior estadounidense. ¿Deberíamos pensar que el caso de Venezuela es diferente?
 
Recientemente, seis ciudadanos extranjeros han sido vinculados con lo que se ha descrito como un complot para generar caos y propiciar un golpe de Estado. Entre los detenidos, figura Wilbert Joseph Castaneda, un infante de marina estadounidense y miembro de los Navy Seals.

ESPAÑA
Se ha señalado que dos detenidos españoles están vinculados al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de España. Aunque no es fácil concluir que esto sea cierto y el gobierno español ha negado cualquier implicación, el largo historial de colaboración entre el CNI y agencias de inteligencia como la CIA no puede ignorarse. La actual directora del CNI, Esperanza Casteleiro, tiene como antecedente su expulsión de Cuba por actividades de espionaje.
 
En todo caso, en planes como los señalados, la línea entre lo real y lo falso es tan difusa que resulta difícil discernir qué es auténtico. Pero, las operaciones secretas, por su naturaleza, están diseñadas para ocultar intenciones y acciones, lo que obliga a los observadores a extremar la atención y verificar cada hecho.



EN LA SOMBRA
Se ha conocido que la casa Blanca evalúa otras opciones estratégicas. Una de ellas es la de continuar con el actual esquema de sanciones, pero aplicando ajustes moderados. Esto implicaría mantener las licencias vigentes, aunque bajo ciertas restricciones, mientras se negocia en la sombra un acuerdo político.
 
Sin embargo, en Washington no todos están de acuerdo con esta posición. Algunos exigen la suspensión inmediata de licencias como las de Chevron y abogan por un aislamiento diplomático completo. Por su parte, la oposición venezolana ha pedido la cancelación de estas licencias y las califica como “un salvavidas para el régimen”.

En realidad, la intransigencia total puede cerrar más puertas de las que abre, por lo que un pragmatismo moderado podría perfilarse como la opción más viable.

ACUERDOS
Mientras Washington sigue evaluando su política hacia Venezuela, lo que está claro es que las sanciones no han logrado sus objetivos y han generado consecuencias nefastas. Ante este panorama, la prioridad debe ser redirigir los esfuerzos hacia las negociaciones y acuerdos que puedan abrir una vía diplomática más efectiva y menos destructiva. Solo mediante el diálogo se podrá avanzar hacia una solución que considere tanto los intereses geopolíticos de ambos países como el bienestar del pueblo venezolano.




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