Se traduce del japonés como “carpintería de oro”
KINTSUGI DEL ALMA
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Waleska Perdomo Cáceres

Es un arte asiático que consiste en recuperar la porcelana rota; ésta se repara utilizando la savia del árbol de urushi, mezclado con polvo metálico de plata, oro o platino. Es una reconstrucción compleja, que le da una hermosura singular a las cicatrices de un objeto que se transforma desde los fragmentos separados de una pieza destruida, a la belleza de una obra de arte de alto valor.

Es una hermosa metáfora, es la alquimia de la vida. Es la transformación que sucede al aceptar los procesos negativos que se han de experimentar, transformando las experiencias negativas que son dolorosas y dejan cicatrices, así como las fracturas en la cerámica. Pues para aquellos que están en plena transformación, muchos podrían apostar que un corazón roto, queda simplemente remendado, reconsconstruido, hecho añicos y que el cierre de los ciclos dejan marchita el alma. Pero, no todos los finales implican el término de algo. Por el contrario, es el inicio de algo diferente. Un desenlace aporta toda la riqueza del aprendizaje, al igual que el Kintsugi, podemos transformar estas experiencias en algo hermoso y valioso.



Se puede vivir con miedo a romperse, pero vivir al fin y al cabo. Pues hay que respirar y discernir entre lo que está bajo nuestro control y lo que no lo está. Las emociones, los deseos, las acciones están bajo nuestro control, pero lo que sucede en el mundo externo, no. Lo que hace o dice otra persona, tampoco. Es una postura estoica, es cierto. Pero hay que desarrollar una perspectiva cósmica, que nos recuerde que somos una parte pequeña del universo. Perspectiva que permite ver los problemas desde una escala más amplia.

De las batallas nunca se sale derrotado, siempre se sale fortalecido. Es el Kintsugi del alma, una reparación en metales preciosos, que busca la justa templanza para pegar los pedazos rotos, embellecerlos y darle un mayor valor al que tenías. Lo que hace avanzar más allá de lo físico, para elevarse sobre las piezas destruidas. Incluso, permite aceptar la oscuridad, el dolor y las experiencias negativas, sin resignarse a ellas. Son peldaños para alcanzar un nivel superior de comprensión y compasión, para ayudar a otros a sanar sus propias heridas. Pues no tenemos la obligación de ser perfectos para ser valiosos. Para aceptar nuestras imperfecciones y vivir con la autenticidad que nos permite conectarnos con los demás en un nivel más profundo.



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