“Estamos asistiendo a una nueva batalla por el control de los recursos y la economía del continente africano. Capitalismo salvaje, por desgracia a costa de que el sueño africano de liberación siga siendo una pesadilla…” Rafael Vilasanjuan
LOS CONDENADOS DE LA TIERRA (II)
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Manuel Salvador Ramos

LA MINIMIZACIÓN COMUNICACIONAL

La reproducción cartográfica siempre ha sido una tarea compleja y tal dificultad no se percibe en el producto final, ya que la visión generalizada tiende a ver las gráficas finales como un mero dibujo. Gerardus Mercator, el geógrafo que en 1569 diseñó el mapa que estableció las rutas mercantiles de aquel entonces, se enfrentó al desafío de encajar fielmente un objeto tridimensional (la realidad) en un plano bidimensional (los mapas). La inmensa masa territorial que es África, era quizás el mayor problema a resolver y ello se solventó de forma simplista. El mapa de Mercator sacrificó una representación fidedigna del continente africano al empequeñecerlo comparándolo con las vastísimas tierras de Canadá, Rusia o Groenlandia, aquellas que se desplegaban por encima del Círculo Polar Ártico. La gran isla, por ejemplo, resultaba igual de grande que el continente.
 
Pero tal circunstancia ha sido históricamente minimizada y se le ha dado poca relevancia. El colonialismo de las naciones europeas ha provocado que la proyección política de África haya devenido en un total capitis diminutio y tal actitud histórica se refleja necesariamente en el campo visual. África tiene 30 millones de kilómetros cuadrados, por lo que la suma combinada de grandes países como Estados Unidos, China, la India, Japón, Europa Occidental y Europa Oriental, podrían sumar sus superficies y ser más pequeñas que África. No obstante, la civilización que ha escrito la historia de la humanidad se encargó de enanizar conceptual y gráficamente al gran continente y es verdad que en principio ello fue producto de las necesidades técnicas de la cartografía, pero en definitiva la ideología dominante ha alimentado esa visión.



EL TEATRO DESCOLONIZADOR

La descolonización de África fue un proceso que comienza al concluir la Segunda Guerra Mundial y se prolonga hasta la década de los años setenta. Por cierto, dentro de este proceso hay que denotar un elemento pocas veces enfocado, quizás por razones que nacen en una suerte de ocultamiento deliberado. Hubo países europeos como Francia y Bélgica que prácticamente entraron en “fase suspensoria” como Estados y fueron las colonias quienes aportaron el esfuerzo material necesario. Era lógico entonces que terminado el gran conflicto bélico, las colonias exigiesen compensaciones políticas. Ahora bien, ¿Quiénes eran “las colonias”?; ¿Acaso existían estructuras mínimas que conformasen un tejido institucional o por lo menos rudimentario?. La realidad reinante en la mayoría de los territorios ocupados por las potencias del viejo mundo, era la de macro zonas sometidas al extractivismo más primitivo y las autoridades no eran sino figuras subalternas ante los mandamientos de quienes operaban los intereses económicos. Las negociaciones y arreglos de la descolonización, tal como se conoce, solo alcanzaron a ser pactos con élites autóctonas minimizadas.

El primer territorio que se libró del yugo fue Eritrea (Etiopia) que tras la Segunda Guerra Mundial habían acabado en manos de otras potencias coloniales, aunque debe destacarse que ese Estado nunca fue colonia y su prestancia histórica dentro del abigarrado mapa africano ha sido notoria. El primer país en declarar su independencia del mandato británico fue la zona de Cirenaica, conocida hoy como Libia, pero fue la Revolución Egipcia de 1952 la que marcó el principio del fin para el dominio británico en África, y un año más tarde, tras la Conferencia de Bandung, ocurrió la independencia de los protectorados franceses de Túnez y Marruecos. Años más tarde, en 1960, se produjo el gran cambio en el mapa africano con la independencia de la casi totalidad de las colonias francesas, exceptuando a Argelia.
 
Francia otorgó la independencia a muchos de sus antiguos territorios, a cambio de mantener una superestructura política, económica y cultural en el continente, un auténtico imperio neocolonial que sigue dependiendo de París. En 1962, tras una cruenta guerra, Francia tuvo que reconocer la independencia de Argelia, su más preciada posesión colonial.

La independencia de las colonias británicas fue pacífico y paulatino, aunque con problemas interétnicos debido al trazado arbitrario de las fronteras. A pesar de que el Reino Unido mantuvo a la mayoría de sus excolonias dentro de su esfera de influencia, gracias a la Mancomunidad de Naciones —Commonwealth—, la presencia de importantes comunidades de colonos blancos en Kenia, Rodesia — hoy Zimbabue— o Sudáfrica también marcó de violencia parte del proceso. Así vemos que Rodesia proclamó su independencia de manera unilateral para garantizar que la minoría blanca mantuviese el poder, siendo el proceso de independencia más tenso del África británica. Sudáfrica reflejó un caso especial, dado que allí el Imperio oficializó un régimen estricto de segregación racial.

En los años setenta solo quedaban poderes coloniales secundarios como España y Portugal. Los intentos de la dictadura portuguesa de mantener sus inmensas colonias cuando el resto de África ya era libre, llevaron a duras guerras de independencia que en plena Guerra Fría acabaron siendo una representación de la lucha de los dos bloques y que acabaron con las minorías portuguesas.

En el caso español, Guinea Ecuatorial se había independizado en 1968 y Marruecos se había hecho con el Rif poco después de su independencia. Quedaba el Sáhara Occidental, que proclamó su independencia en 1976, pero el territorio ya estaba siendo ocupado por Marruecos y esa descolonización es más teórica que real.

Por último, solo hubo dos territorios que nunca fueron colonizados: Etiopía y Liberia. El país etíope, como señalamos, nunca llegó a ser colonizada por ninguna potencia, aunque sí ocupado brevemente por Italia pocos años antes de la Segunda Guerra Mundial. Este hecho convertirá a Etiopía en un ejemplo para el resto de África y en un símbolo del panafricanismo —y del rastafarismo—, cuyos colores son, precisamente, los de Etiopía. Liberia tampoco experimentó un proceso de descolonización propiamente dicho, aunque sí uno de colonización. La singularidad de Liberia es que fue colonizado por antiguos esclavos estadounidenses y no directamente por Estados Unidos, por lo que el inicio de la llegada de colonos afroestadounidenses es el inicio del propio Estado y éstos reprodujeron allí el sistema esclavista estadounidense.



LA MUERTE DE CADA DÍA

Sería ocioso ocuparnos de las decenas (¿O centenas?) de conflictos armados que desangran el continente africano, porque lo necesario de cualquier enfoque de opinión es permitir la visualización de una tragedia pavorosa que atañe a la humanidad entera, pero desgraciadamente, tal como lo dice la comunicadora Magdalene Abraha: “…en África se libra una guerra brutal, pero hemos decidido no mirar”.

Para circunscribirnos a cierta brevedad, nos permitiremos reproducir un apéndice del último informe general que ha presentado ACNUR sobre la problemática africana en lo referido a los principales teatros bélicos:
“(…)

SUDÁN DEL SUR

El país más joven del mundo logró su independencia de Sudán en 2011 tras un referéndum que contó con un amplio reconocimiento internacional. Sin embargo, en 2013, un golpe de estado fallido desató una ola de violencia que acabó degenerando en un grave conflicto.
Tras un intento de reconducir las tensiones internas por vías pacíficas, la violencia regresó al país en 2017. La violencia ha provocado una gravísima crisis humanitaria. Más de 4 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y más de 5 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria.

REPÚBLICA CENTROAFRICANA

Esta antigua colonia francesa logró su independencia en 1960. Desde el comienzo de su historia, la República Centroafricana padeció violencia política, golpes de estado y tensiones étnicas y religiosas. A pesar de ser un país que cuenta con ricos recursos naturales se encuentra entre los 10 más pobres del mundo.

El actual conflicto armado dio comienzo en 2013, cuando el grupo rebelde musulmán Seleka tomó la capital, provocando un desplazamiento masivo. Tras dos años de combates, los dos principales grupos armados, los Seleka y los anti-Balaka, firmaron un acuerdo de paz. Sin embargo, la violencia ha seguido presente en un país donde cientos de niños están siendo reclutados por grupos armados.



NIGERIA

Nigeria se independizó del Reino Unido en 1960 y actualmente es el país más poblado de África y la principal economía continental. Sin embargo, el noreste del país sufre, desde 2002 la actividad de Boko Haram, un grupo insurgente islamista conocido por su violencia indiscriminada contra la población civil.

La violencia de Boko Haram ha generado 1,8 millones de desplazados internos y más de 200.000 nigerianos se han visto obligados a huir como refugiados a países vecinos. El secuestro de niños ha sido una estrategia adoptada habitualmente por el grupo insurgente. 276 niñas fueron secuestradas en Chibok en abril de 2014 desatando una oleada de solidaridad internacional. En octubre de 2016 se logró la liberación de 21 de ellas, pero muchas más siguen aún cautivas.

SOMALIA

Tras independizarse de Italia y Reino Unido en 1960, Somalia ha vivido en constante situación de guerra civil desde 1991. En el conflicto han intervenido también tropas etíopes y keniatas. Se suele citar como ejemplo de estado fallido, dado que buena parte del territorio estatal no se encuentra bajo el control del Gobierno central.

En 2009, el grupo insurgente islamista Al-Shabaab estuvo muy cerca de tomar la capital, Mogadiscio. Tras una ofensiva militar apoyada por la Unión Africana, el Gobierno ha logrado recuperar buena parte del territorio, pero el país sigue dividido en zonas que quedan fuera de su control. La guerra y la sequía han provocado que la mitad de la población de Somalia dependa de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Casi un millón de niños padecen desnutrición aguda en el país.

LIBIA

En 2011, tras el derrocamiento de Muamar el Gadafi, que había gobernado Libia desde 1969, se generaron grandes esperanzas para el país mediterráneo. Sin embargo, pronto se evidenciaron las tensiones internas y el país se dividió en varias zonas controladas por distintos actores armados.

En este momento, en Libia hay más de 200.000 desplazados internos y se calcula que 1,3 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Libia, además, acoge a más de 40.000 solicitantes de asilo registrados en ACNUR. El 90% de las personas que cruzan el Mediterráneo en dirección a Europa parten desde Libia.

Definitivamente, África ha visto frustradas las esperanzas de libertad y progreso que acompañaron a la descolonización.
 
Hoy ha llegado a una situación límite, afectada por gravísimos problemas y es un continente que solo cuenta con un muy problemático futuro y con una insuficiente ayuda internacional, pero lo propio ante la evidente muestra de la incapacidad ética del hombre, es repasar la historia de las responsabilidades e impedir que el tiempo las santifique.



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