Para Monga Chirinos, compañero de este viaje
La vida, en su esencia efímera, está marcada por momentos inolvidables que definen nuestro camino.
LA FANIA EN MARACAIBO
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Simón Petit
Regreso al pasado y es 1980, y aunque lo decidí a última hora, el 30 de abril tomé el autobús que me llevó a Maracaibo para ver a uno de los trabucos más grandes de la música popular del Caribe y el mundo: La Fania All Stars. Me entusiasmó verlos después de haberme gozado en agosto de 1979 en la Monumental de Valencia a Willie Colón y Rubén Blades con su gira “Siembra”. Ahora, tenía la oportunidad de ver las luminarias que en ese momento admiraba tanto, juntas en la misma tarima y a cuatro horas de mi casa.
Si me preguntan por qué fui solo, la verdad no sabría decir si me fastidiaba estar acompañado para poder disfrutar por completo del concierto, o si fue mero egoísmo de fanfarronear el gusto que me dí para complacerme con ese momento histórico, porque así lo ví en ese instante y con los años lo ratifico: fue histórico.
Apenas llegué al terminal me fuí hasta el estadio Luis Aparicio, “El Grande”, a comprar la entrada y después de esperar que abrieran las puertas a eso de las 6:00 pm para el acceso, pude entrar por primera vez al nido de las Aguilas del Zulia.
Las gradas se fueron llenando, la central y los laterales, y yo estaba justo al frente de la tarima.
Entonces, el animador anunció al telonero de la noche. Una orquesta local que interpretaron temas de la Dimensión Latina y algunos éxitos conocidos de otras agrupaciones. La entrada del show no estuvo mal para lo que venía después de una media hora de espera mientras adecuaban el sonido para Fania. De pronto se apagan las luces y anuncian el primer cohete de la noche, nada más y nada menos que Adalberto Santiago cantando “Quítate la máscara”con Ray Barreto detrás en las congas, Nicky Marrero en timbal, Roberto Roena en el bongó, Salvador Cuevas en el bajo, Bomberito Zarzuela en la trompeta y el resto de la plantilla de músicos que caracterizaba el bestial sonido de Fania.
Aquello comenzaba a hervir y el alboroto de las gradas se sentía en los coros. Y comenzaron también a rodar las botellas de ron y el inconfundible olor de marihuana que impregnaba el ambiente. Yo reía y gritaba, y escuchaba un grito en medio de la bulla. Repetidamente decían mi nombre y al voltear me consigo con Monga Chirinos, un amigo de Punto Fijo, salsómano, quien también aventuró irse solo al concierto. Allí desde los puestos de arriba vimos desfilar a Camilo Azuquita, a Ismael Quintana, Ismael Miranda y a Pete “Conde” Rodríguez. La olla de presión estaba por reventar y quien terminó por hacerla explotar fue Cheo Feliciano. El ambiente estaba con demasiada adrenalina, demasiada alegría y lo mejor de todo es que no había incidente alguno de violencia.
Todo el público sabía que lo mejor estaba por llegar en los próximos minutos; pero antes, el animador invitó a que le cantáramos el cumpleaños feliz a Ray Barreto quien ese momento llegaba al medio cupón. Y Barreto, el manos duras, el gigantón de la Fania, agradeció el gesto y volvió a sus congas para darle la bienvenida a Héctor Lavoe. El jibaríto de Ponce, el cantante de los cantantes salió del dugout con dos rubias esbeltas que le acompañaron hasta la tarima. Héctor estaba volado. Al punto que a los lados como apoyo y sostén de la humanidad del artista se colocaron Ismael Miranda y Cheo Feliciano.
Al arrancar la orquesta todo se desbordó. La gente quería saltar al terreno y la seguridad comenzó a sentirse a punta de rolo y peinilla hacia quienes trataban de ingresar al terreno. Monga y yo veíamos recordábamos el episodio del Yanqui Stadium en el 74 cuando pasó algo similar y terminó con la suspensión del concierto de esa noche en New York. Pero todos esperábamos Mi Gente, ese himno que inmortalizó a Lavoe. Cantó Juana Peña, Vamos a reír un poco y, para cerrar, Ublabadú. Allí terminó todo, había en mí cierta frustración y desencanto por la canción que esperaba escuchar; pero era Héctor Lavoe y a Héctor le perdonamos todo. Lástima que solo fueran tres canciones por artista.
Fuimos saliendo del estadio con ganas de escuchar más; pero ya era de madrugada y volvimos a la realidad. Monga y yo nos dijimos, ¿Y ahora qué hacemos? Decidimos por precaución seguir un grupo de personas que calle abajo, se fueron hasta una avenida donde nos sentamos a esperar un transporte que nos llevara al terminal. A las 6:00 am estábamos de regreso a Punto Fijo. Y a las 10:00 am tan pronto llegué a mi casa me tiré en el colchón a soñar que estaba de nuevo en el concierto.
El éxito de la gira fue tal, que se programaron otros conciertos en Venezuela para agosto. En Maracaibo, la fecha pautada era el 16 en la Plaza de Toros. Y el cartel anunciaba de nuevo a Cheo Feliciano, Santos Colón, Rubén Blades, Luigi Texidor, Ismael Quintana, Ismael Miranda y Pete “Conde” Rodríguez, con Papo Luca al piano, Yomo Toro en el cuatro, Eddie Montalvo en las congas y Pupi Legarreta en el violín, entre otros. Quería repetir la experiencia de ver esa constelación de estrellas que sería después muy difícil volverlas a reunir en un escenario en los años siguientes.
Quise verlos, por Dios que sí; pero el 15 de agosto mi corazón entristeció con una noticia, el Orinoco, nuestro Orinoco, se llevó a los integrantes del grupo Madera que, por ironías del destino, fue más conocido después de la tragedia cuando comenzaban a recorrer el país con sus voces e instrumentos. Nunca vi ese Madera original; pero si tenía las referencias de su trabajo en San Agustín del Sur y de su disco recién grabado. No sé por qué me pegó tanto. Lo cierto es que quería expresar y escribir un texto sobre ello; pero no pude.
Tiempo después, otro paraguanero y hermano de lucha, el gran Alí Primera, lo expresó mejor que cualquiera pudo haberlo hecho en su momento: “Solo se mojaron…y en la orilla están, secándose al Sol pronto sonarán”. En los años que siguieron, orquestas, cantantes y músicos le rindieron tributo. De la Fania, Cheo Feliciano les dedicó un verso en “Los Entierros”, la Sonora Ponceña grabó Mi cantar; el sonero Gilberto Santa Rosa cantaría en homenaje a ellos Canción con todos, e igualmente Andy Montañez, Willie Colón, Rubén Blades y el grupo Irakere, también le rindieron honores en sus producciones.
No volví a ver a la Fania All Stars, pero a más de cuatro décadas de aquella noche de abril, a punto de amanecer en mayo, aún recuerdo esa orquesta excepcional que alguna vez fue y que aún hoy escucho como si fuera ayer.