Rafael Simón Jiménez
El 24 de noviembre de 1948, el alto mando militar, con el ministro de la defensa Carlos Delgado Chalbaud al frente, derrocan al gobierno legítimo, democrático y constitucional de Don Rómulo Gallegos, y asumen mediante un triunvirato militar la conducción del país. Sin embargo, las presiones de los Estados Unidos y otros factores foráneos influyentes, forzan a los uniformados a prometer la pronta realización de un proceso electoral que devolviera a Venezuela a la normalidad y legitimidad.
El propio Teniente Coronel Delgado, quien ejerce la Presidencia de la Junta Militar, se apresura a asegurar que las fuerzas armadas no tienen dentro de sus propósitos la de imponer una dictadura castrense, y que pronto convocarán a unas elecciones desprovistas de los abusos y el ventajismo en que se celebraban los comicios durante el trienio en el que co-gobernaron con Acción Democrática.
Respondiendo a las presiones, la Junta Militar procede a designar una comisión que redactara un estatuto electoral, y en la misma destacan figuras de COPEI y URD, partidos que adversaron al derrocado gobierno, junto a juristas independientes, y simpatizantes del gobierno militar, que se encargarán de dar formas jurídicas a las condiciones para la realización de los comicios. La trágica muerte del Comandante Delgado Chalbaud el 13 de noviembre de 1950, trastoca la marcha hacia la legalidad electoral, pero sus socios militares pronto la retoman designando al Dr Germán Suárez Flamerich como nuevo presidente del triunvirato, que deja de llamarse “militar “y ahora se apellida de “gobierno” a secas.
Finalmente, la salida electoral se concreta mediante la convocatoria a elecciones para una Asamblea Constituyente, de poderes limitados, remitidos a la redacción de un nuevo texto constitucional. El gobierno organiza un aparato electoral el Frente Electoral Independiente (FEI) confiado en acaparar las simpatías que suponía le había ganado su política de obras publicas. URD y COPEI, se aprestan a participar del proceso electoral, del cual se ha proscrito las ilegalizadas organizaciones: AD y el Partido Comunista.
Desde el ministerio de Relaciones Interiores a cargo del Coronel Llovera Páez, se dirige la campaña oficialista que incluye dádivas de todo tipo, presiones a los empleados públicos y restricciones y limitaciones a los partidos opositores. El 30 de Noviembre de 1952 se realizan las elecciones: las colas son inmensas desde la madrugada, Pérez Jiménez, Ministro de la Defensa y verdadero “hombre fuerte”, confía en la victoria, y luego de votar se retira a su residencia de El Paraíso a almorzar con su círculo íntimo, y esperar los primeros resultados.
LA SORPRESA
En la tarde al escrutarse las primeras mesas, cunde el terror en las filas oficialistas: la mesa donde han votado los policías municipales de Caracas, arrojan un resultado abrumador a favor de URD y de su líder Jóvito Villalba, y las otras cifras que comienzan a llegar del interior anticipan una debacle del FEI; Pérez Jiménez suspende la reunión y se traslada al Ministerio de la Defensa, donde las noticias confirman una contundente victoria opositora. El aspirante a dictador cae en depresión y no haya quê hacer frente a un escenario inesperado, mientras los jefes militares más radicales lo incitan a desconocer el resultado y mantenerse en el poder.
En la sede del Ministerio de la Defensa se concentran oficiales de toda jerarquía, el ambiente es de confusión e incertidumbre, mientras el Consejo Nacional Electoral da a conocer el primer boletín oficial que confiere holgada ventaja al partido de Villalba. El comandante Oscar Tamayo Suarez, hablando en nombre del sector militarista de la FAN conmina a Pérez Jiménez a burlar los comicios y mandar en solitario. Pérez Jiménez, aùn bajo el efecto de la derrota, declara que quiere dejar el poder y el país, y que solo cambiara de parecer si existe un pronunciamiento por escrito de la oficialidad que le ratifique su confianza.
Los jefes de agrupamientos, guarniciones y demás dependencias militares reciben órdenes superiores de consultar por escrito a sus oficiales. El entonces mayor Héctor Vargas Medina, cuenta a Agustín Blanco Muñoz, que él y un grupo de oficiales, desafectos con la dictadura, pero temerosos de perder sus carreras optaron por colocar en los papeles que “no se creían capacitados para opinar sobre una situación que desconocemos, que nosotros no hemos creado, y que en última instancia éramos soldados disciplinados y cumplíamos ordenes de nuestros superiores”.
EL VOTO
Al parecer, esta primera votación de los militares en la historia venezolana, debió ser favorable a la continuidad del régimen castrense, pues Pérez Jiménez, burlando la voluntad popular, decidió mantenerse en el poder por cinco años más, hasta que las Fuerzas Armadas y el pueblo venezolano decidieron poner fin a su dictadura el 23 de enero de 1958.