El 10 de diciembre tomará posesión de la Presidencia de la República el excéntrico candidato Javier Milei, para enfrentar un escenario de serias complicaciones políticas y económicas con un programa populista de ultraderecha
ARGENTINA: EL TANGO DE MILEI
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Carlos Roque

Basta un resumen de los titulares de la prensa como preludio del compromiso que asume el nuevo mandatario: sin dólares, con la inflación más alta de las últimas tres décadas, sin acceso al crédito internacional, el agravamiento de las tensiones sociales y los niveles de pobreza, Javier Milei recurrió en su campaña (para ganar visibilidad mediática) a promesas como la dolarización, la eliminación del Banco Central, privatización de empresas del Estado, recorte del gasto público hasta 5 puntos del PIB, reducción de ministerios y la implementación de “vouchers” o cheques educativos y ruptura de relaciones con China, (la potencia económica mundial emergente), y Brasil (vecino y principal socio comercial de su país)

ANARCOCAPITALISTA

Javier Milei es economista, docente, con experiencia televisiva y fundador del espacio político “La Libertad Avanza” por lo que usa el apelativo de “libertario” y se proclama anarcocapitalista para distanciarse de la tradicional definición de capitalista. Sus planteamientos en buena medida contra el sentido común y el discurso convencional se enlazan en la onda de la posverdad y el uso intensivo emocional de las redes sociales, presente en las victorias electorales de Donald Trump y Jair Bolsonaro en Estados Unidos y Brasil. La popularidad de Milei y su plan electoral se alimentaron también de la corriente renovadora del continente, con la aparición y victorias de aspirantes “outsider” en Chile, Perú, Ecuador, El Salvador y países caribeños.

EL FENÓMENO

Milei se convierte en fenómeno electoral al ganar las primarias presidenciales PASO del 13 de agosto con el 30 % de los votos frente a Patricia Bullrich de Junto por el Cambio (macrismo) y Sergio Massa de Unión por la Patria (peronismo-kirchnerismo), las dos fuerzas electorales hegemónicas, y apuntalado en el voto joven digital, el cansancio de la vieja política y en procura de un cambio más allá de la conocida alternancia bipartidista de los últimos años. De esta manera, el “libertario” apuntaba como favorito seguro para la victoria presidencial en la primera vuelta del 22 de octubre.

EL PERONISMO

Ya consolidado como favorito, con amplio respaldo de votos y el viento de las encuestas a su favor, MileI llegó a la escogencia presidencial para medirse seguramente con Patricia Bullrich de la centro derecha “macrista”, y relegado ya en las primarias de agosto Serigo Massa, expresión moderada del viejo peronismo. No obstante, el resultado de las papeletas quebró el optimismo de las mediciones y sondeos y Massa, del tercer lugar pasó a encabezar la preferencia de los votantes con 36% de los sufragios y seis punto sobre Milei, desplazando ahora también a Bullrich al tercer lugar.

LA VICTORIA

El “balotaje” del 19 de noviembre significó la recuperación del “libertario” de la derrota de octubre. Sin el entusiasmo ni el favoritismo de la PASO y asimilando la reciente derrota de octubre, Milei reflotó como nuevo Presidente de la República con 56% de los votos frente a 44% de Sergio Massa. ¿Qué pudo ocurrir en un mes para tan notable reacomodo de la votación de un candidato con el carisma inicial disminuido y sin maquinaria organizativa conocida? Por supuesto en el resultado final tuvo que ver el drenaje convenido de votos del macrismo y su candidata Patricia Bullrich, para impedir la presencia en la Casa Rosada nada menos que del Ministro de Economía del actual gobierno de Alejandro Fernández y Cristina Kirchner; el aspirante Sergio Massa. De allí que entre los primeros nombramientos del Gabinete de MiIei a partir del 10 de diciembre, se anuncie precisamente a Patricia Bullrich como Ministra de Seguridad, el mismo cargo que ejerció durante cuatro años en el gobierno de Macri.



10 DE DICIEMBRE

¿Podrá el Presidente Milei cumplir con sus promesas? ¿Su motosierra arrasará con la economía populista o neoliberal? ¿Romperá relaciones con países y socios comerciales? ¿Reprimirá los sindicatos peronistas? ¿Se trataba solo de anuncios estridentes para despertar emociones en las masas desencantadas de la política y los políticos? Las respuestas se conocerán después el 10 de diciembre. Mientras tanto, el bandoneón pone la música.

ESCOBA Y MOTOSIERRA
Pedro Rodríguez

Los resultados de las presidenciales en Argentina confirman que el populismo no es una ideología sino una forma de hacer política. Una herramienta, siempre con resultados desastrosos, pero susceptible de ser utilizada tanto desde la derecha como desde la izquierda. Basta con apalancarse en la demagogia, la mentira, el simplicismo y el tarantantán de las élites malas frente al pueblo bueno.

Desde hace más de un siglo, un símbolo muy socorrido para el populismo sin fronteras ha sido la escoba, metafóricamente destinada a barrer la injusticia social, al “establishment”, al globalismo o cualquier otro enemigo imaginado o real. Ante el vergonzoso desastre que es la Argentina, esa escoba se ha quedado pequeña y hemos visto a Javier Milei haciendo campaña con una motosierra. Hasta ganar con rotundidad al zascandil de Sergio Massa, actual ministro de Economía con una inflación del 140%.

Dentro de la gradual transformación de la política en un ajuste de cuentas, se explica por qué los argentinos han votado a favor de lo más parecido a una reprobación antisistema en forma de anarcocapitalismo. La motosierra libertaria tiene mucho más sentido que la corrupción y la incapacidad peronista. La locura sin respaldo parlamentario se ha vuelto mucho más atractiva que las paguitas del kirchnerismo.

El declive de Argentina, acelerado durante los últimos diez años, no se explica sin la impunidad de sus políticos. Argentina ha incumplido nueve veces el pago de su deuda soberana desde su independencia en 1816, tres de ellas desde el año 2000. Lo cual les ha cerrado la puerta a los mercados internacionales de capital. Y tras 22 programas de rescate, Argentina debe 43.000 millones de dólares al FMI.

Sin embargo, hace un siglo, los argentinos disfrutaban de un PIB per cápita superior al de Alemania, Italia o Francia. Recibieron a millones de emigrantes europeos, hasta el punto de que la expresión “riche comme un argentin” se convirtió en sinónimo de riqueza ostentosa. La misma frase que hoy en día resulta una broma de pésimo gusto en un país con un 40% de pobres.


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