Michael Chabur Mahecha
Feminista, activista política y revolucionaria, son las palabras que utilizan al momento de hablar de la periodista que revolucionó el modo de ejercer la profesión, enseñándo que siempre hay que colocarse frente al poder, jamás a su lado.
Y es que Fallaci entendió que las relaciones públicas y el periodismo son como el agua y el aceite. Por lo que, y para distinguirse, optó por cambiar la manera de entrevistar: era áspero e incómodo. Logrando que las personas cambiaran su visión de ella. La tildaban de impertinente, ruda y fastidiosa para sus interlocutores, quienes no pudieron resistir el prurito de ser entrevistado por ella.
Lo anterior, logró que nombres como Ghandi, Arafat, Arthur Miller, Kissinger, Fellini, Scorsese, entre otros, entraran en su lista. Y es que para entrevistar hay que utilizar las palabras, esas mismas de las que, según ella, se enamoró.
Esta es Fallaci, una mujer nacida en Florencia en 29 de junio de 1929, considerada una magnífica escritora y considerada de las personalidades más relevantes del siglo XX.
“Cada entrevista es un retrato de mí misma, son una extraña mezcla de mis ideas, mi temperamento, mi paciencia, y todo esto guía mis preguntas”, explicó al Times.
EL FASCISMO Y LA EDUCACIÓN NO SE LLEVAN BIEN
Con un padre albañil, una madre ama de casa que siempre deseó que su hija lograra un mejor futuro que ella, la mayor de cuatro hermanas y gobernada por el dictador Benito Mussolini, Oriana Fallaci siempre recibió de sus padres una educación que primaba la defensa de la libertad y el rechazo al fascismo.
Por lo que, y siendo aún adolescente, Oriana se implicó a fondo en la lucha antifascista y con sólo trece años distribuía munición entre los grupos de partisanos (combatiente civil organizado). Además, y siendo ella muy intrépida, cruzaba el río Arno en bicicleta con las armas escondidas en un zurrón.
De esta manera, logró a sus 14 años ser condecorada por los servicios a su país y premiada con una beca de estudio, la cual que aprovechó para iniciar la carrera de Medicina, la cual no culminó al darse cuenta de que aquello no era lo suyo y decidió pasarse al periodismo con el objetivo de escribir sobre cosas «importantes«.
CORRESPONSAL DE GUERRA Y CRÍTICA CON EL CORÁN
Para este momento, entendemos que Oriana no era monedita de oro para caerle bien a todo el mundo. Tanto así que, el periódico The New York Times la tildó como hipocondríaca, fumadora empedernida (casi tres cajetillas al día) y una mujer despistadísima.
Pero su falta de miedo era lo que realmente la definía, tanto así que Oriana la convirtieron en corresponsal de guerra: cubrió conflictos en Vietnam, la India, Pakistán, Oriente Medio y Latinoamérica, donde fue herida por una bala del ejército mexicano durante la masacre de Tlatelolco.
Cabe mencionar que, Fallaci sería clave tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Redactó dos artículos que desataron todo tipo de reacciones, hasta el punto de recibir amenazas tras la publicación de un artículo para el Corriere della Sera en el que denunciaba el fanatismo islámico. «Nuestro peor enemigo no es Bin Laden, es el Corán, el libro que nos ha intoxicado», fue una de las desafiantes y polémicas frases que Fallaci incluyó en sus publicaciones.
A causa de lo anterior, nacieron los libros La rabia y el orgullo, La fuerza de la razón y Oriana Fallaci se entrevista a sí misma.
La periodista, quien falleció el 15 de septiembre de 2006 a los 77 años de edad a causa del agresivo tumor pulmonar que; según ella había sido culpa del dictador iraquí Sadam Hussein, es de esas personas que logra izar la bandera de la profesión con ética, amor, y, sobre todo, produciendo contracorriente e incomodidad en las personas.
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