En las dos provincias más prosperas y desarrolladas, la Corona de sendos estados independientes fue ofrecida a la Casa Real española. En ambos casos ésta la rechazó
HISPANOAMÉRICA A PUNTO DE TENER REYES
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Alfredo Toro Hardy

La monarquía española pudo haberse quedado a cargo de parte importante de Hispanoamérica después de la independencia. En dos de los tres principales escenarios de las luchas de emancipación ello pudo haber ocurrido. Los tres escenarios fueron los de Bolívar en el Norte de Suramérica, San Martín en el Sur y el de los independentistas mexicanos. Mientras Bolívar fue un republicano convencido, tanto San Martín como los mexicanos (a los cuales se unieron los centroamericanos), propusieron que la Casa Real española se hiciese cargo de las nuevas naciones. Ello, desde luego, respetando la soberanía de estas últimas frente al Estado español mismo.

El Virreinato del Río de la Plata (actual Argentina) cayó fácilmente en manos de los revolucionarios pro independentistas. Sin embargo, algunas provincias de dicho Virreinato no aceptaron la emancipación. Entre ellas se encontraba el Alto Perú (actual Bolivia). Para doblegar tal resistencia, Buenos Aires envió varias expediciones militares que fracasaron. En 1817 San Martín fue puesto a cargo del ejército de los Andes con instrucciones de tomar la provincia rebelde.

No obstante, en lugar de marchar contra el Alto Perú, San Martín cruzo los Andes en dirección a Chile y con la ayuda de O’Higgins, liberó a la Capitanía General vecina. Acto seguido, y contando con la valiosa experiencia de un gran marino británico que había combatido a Napoleón, el Almirante Cochrane, embarcó a sus tropas para pasar al Perú. Allí se instaló al Norte de Lima. Comenzó así un prolongado proceso de negociación con las autoridades virreinales españolas, con el objeto de lograr la sumisión de éstas. La propuesta de San Martín era clara: un Perú independiente bajo el mandato del Rey Fernando VII o de algún otro miembro de su familia. Dicha propuesta, sin embargo, no fue aceptada.

Por el contrario, las tropas españolas bajo el mando del Virrey, abandonaron Lima y ascendieron a la inexpugnable zona de la cordillera. Aunque San Martín tomó la capital en 1821, ello sirvió de poco ante la presencia de un fuerte ejercito peninsular aún suelto. Entre negociaciones y la incapacidad de ascender a la cordillera, San Martín perdió dos años desicivos. Fue así que en 1822 se produjo el célebre encuentro con Bolívar en Guayaquil, en el cual los planes monárquicos todavía en pie del argentino se toparon con la férrea resistencia del venezolano. Ante el choque de voluntades y de liderazgos, San Martín decidió abandonar Perú (y la América), dejándolo a cargo de Bolívar.

En México las luchas de independencia comenzaron en 1810 bajo el liderazgo de cura revolucionario Hidalgo. A diferencia de las luchas de independencia sudamericanas, dirigidas por los blancos criollos, las del entonces llamado Virreinato de Nueva España tuvieron un carácter popular. Hidalgo propugnaba la abolición del tributo indígena, el regreso de la tierra a los indios y la muerte a los españoles. No en balde una explosión de apoyo indígena y popular llenó sus filas. Para aquellas el enemigo estaba representado en igual medida por españoles y criollos. Una combinación de indecisión militar, enfrentamiento entre los líderes rebeldes y anarquía de las tropas, hicieron fracasar este primer alzamiento que culminó con la captura y fusilamiento de Hidalgo.
La resistencia popular, no obstante, continuó bajo otro cura: Morelos. Este resultó un comandante militar mucho más hábil. La redestribución de tierras entre los indios y la revalorización de indígenas y mestizos fue su objetivo. En 1814, sin embargo, Morelos era también capturado y ejecutado. Aunque la revuelta continuó por algunos años, resultó de menor intensidad y bajo un liderazgo también menor.

Si bien la revolución comenzó y se desarrollo desde abajo, habría de ser concluida desde arriba. Iturbide, el general criollo que comandaba las tropas españolas, decidió que había llegado la hora de la independencia. Disgutados ante la toma del control en España por un movimiento insurgente de militares liberales, Iturbide y los conservadores mexicanos prefirieron separarse de la península. A tal efecto convencieron a Guerrero, el lider de la revuelta popular, para forjar una alianza contra el gobierno español.

Bajo el llamado Plan de Iguala de 1821, se decidió que México se convertiría en una monarquía independiente con Fernando VII o alguno de sus hermanos como Emperador. Las jurisdicciones españolas vecinas en lo que hoy son Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, más los actuales estados mexicanos de Yucatán y Chiapas, se sumaron al Plan. Sin embargo, ante el rechazo de Fernando VII y del gobierno español, fue imposible que dicho proyecto cobrara vida. Fue así, que por descarte, Iturbide fue coronado emperador bajo el nombre de Agustín I. Sin embargo, la falta de legitimidad de su mandato puso pronto fin a este experimento.
En las dos provincias más prosperas y desarrolladas de Hispanoamérica, la corona de sendos estados independientes fue ofrecida a la Casa Real española. En ambos casos ésta la rechazó. Fue un error que la dinastía reinante de Portugal, los Braganza, no cometió en Brasil
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