Uno de los más importantes directores de cine del siglo XXI y un gran exponente del cine de autor
MICHAEL HANEKE 1942
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Francisco A Casanova S

Michael Haneke es un auténtico artesano que desafía a sus espectadores con películas que reflejan la vida de manera realista, inquietante y provocadora. Es conocido por su visión precisa y no sentimental de la sociedad contemporánea, la forma en que conduce a sus actores, y sus construcciones narrativas intransigentes, en parte angustiosas. Junto con la continua expansión de su temática y espectro estilístico, estas cualidades lo convirtieron en una de las principales personalidades del cine mundial y uno de los cineastas más genuinos. Haneke ha escrito y dirigido películas en varios idiomas: francés, alemán e inglés, trabajando con una gran variedad de actores, como Juliette Binoche, Isabelle Huppert, Jean-Louis Trintignant, Naomi Watts, Emmanuelle Riva, Tim Roth, Ülrich Muhe, Susanne Lothar, Toby Jones, Arno Frisch y exprimiendo el talento de cada uno. El cine de Haneke no da respuestas, sino que se atreve a lanzar cada vez más preguntas, un cine que reflexiona y analiza la condición humana en sus formas más oscuras e inesperadas fuera de cualquier fórmula de Hollywood, son películas que existen para confrontar al público y no para consolarlo.

Michael Haneke nació el 23 de marzo de 1942 en Múnich y creció en Austria, en la ciudad de Weiner Neustadt. Es hijo del director y actor Fritz Haneke y de la actriz Beatrix von Degenschild. Después de fracasar en su intento de ingresar en la Escuela Max Reinhardt, Haneke cursó estudios de Filosofía, Psicología e Interpretación en la Universidad de Viena. Después de graduarse trabajó como crítico cinematográfico y entre 1967 y 1970, como editor y dramaturgo en la estación televisiva del sur de Alemania Südwestrundfunk. Como dramaturgo dirigió varias producciones escénicas en Alemania, entre ellas obras de Strindberg, Goethe y Heinrich von Kleist en Berlín, Munich y Viena. Hizo su debut como director televisivo en 1973. Desde 2002 ejerce como profesor de Dirección en la Academia de Cine de Viena, donde reside habitualmente. En sus clases -dos veces por semana- intenta transmitir sus conocimientos fílmicos a sus estudiantes, haciendo hincapié en la dirección de actores, ya que para él es la base de la credibilidad real y emocional total de una escena.

Haneke se inicia a los 47 años con su primer largometraje cinematográfico, “El Séptimo Continente” (1989), un drama familiar en tonos sombríos y desesperanzados que estaba basado en un hecho real. Este, fue el primer film de una trilogía conocida como la glaciación emocional que fue continuada por “El Vídeo de Benny” (1992), otra historia con familia disfuncional cuyo protagonista era un psicópata adolescente; y “71 Fragmentos De Una Cronología Del Azar” (1994), realización en donde se incidía en comportamientos criminales describiendo la violencia existente en la sociedad urbana. En1997 rodó una versión de “El Castillo” de Franz Kafka con el protagonismo de Ulrich Mühe como K. El mismo año, Mühe intervino en “Funny Games” (Juegos Divertidos) (1997), thriller psicológico y criminal que redundó en sus temas de violencia y psicopatías y que fue rehecho en Hollywood en el año 2007 por el propio Michael Haneke. “Código Desconocido” (2000), película con la participación de la actriz francesa Juliette Binoche, es una historia coral que aborda asuntos de racismo e inmigración, mientras que “La Pianista” (2001), film protagonizado por Isabelle Huppert, Annie Girardot y Benoit Magimel, es un drama erótico y psicológico basado en una novela de la premio nobel austriaca Elfriede Jelinek que le valió ganar el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes. Isabelle Huppert volvió a trabajar con Haneke en “El Tiempo Del Lobo” (2003), película con ambiente post-apocalíptico en donde volvió al encuentro entre cotidianidad familiar y actitudes criminales de otros films previos, algo que también fue base de “Caché-Escondido” (2005), película protagonizada por Juliette Binoche y Daniel Auteuil como un matrimonio cuya vida es perturbada por la aparición de misteriosos videos amenazadores. Con “La Cinta Blanca” (2009), historia ambientada en tiempos previos a la Primera Guerra Mundial que pretendía crear una alegoría sobre la creación de ideas totalitarias, Haneke ganó la Palma de Oro en Cannes. Con el drama familiar “Amor (Amour)” (2012), y la presencia de Emmanuelle Riva, Jean-Louis Trintignant e Isabelle Huppert, Haneke volvió a ganar en el Festival de Cannes la Palma de Oro y sus primeras nominaciones al Oscar a la Mejor Dirección y Mejor Guión Original, y fue una de las varias nominadas al Oscar a la Mejor Película, ganando como Mejor Película en Lengua Extranjera. Repitió con Huppert y Trintignant en “Happy End” (2017).



La narrativa de Haneke busca hacer pensar al espectador y sacarle de sus cómodas convenciones cinematográficas situándole en encrucijadas donde todo es posible. Haneke no teme llegar a ser aburrido, irritante o frustrante. El ritmo de sus filmes es lo más particular: no necesita extender más de lo ordinario la duración de sus narraciones o sus planos, incluyendo en la mayor parte de sus obras periodos de inacción, de vacío, de frustración y de irritación. En la representación de la violencia, el cineasta innova, sin estilizarla ni volverla espectacular. Sin prodigalidad, la barbarie aparece en la progresión dramática misma de cada uno de sus filmes de manera estructural. Es a menudo más sugerida que verdaderamente mostrada. De manera implacable Haneke busca poner al espectador en una situación incómoda, planteando cuestiones de orden social, político, histórico, cultural o moral sin jamás aportar respuestas claramente establecidas. Un trasfondo cultural y filosófico denso se percibe detrás de cada una de sus obras. Entre sus claves están: la actuación, la crueldad, el entorno que rodea al personaje y la Psicopatía. Haneke introduce una fuerza malévola en la confortable vida burguesa, tiene una actitud crítica contra los medios masivos y explota la incomunicación o incapacidad de poderse comunicar directamente con el otro y utiliza imágenes de maltrato animal ya que según el, al espectador de cine le impresiona más la muerte de un animal que la de una persona, pues da por hecho que la muerte de la persona es ficticia, utiliza los planos estáticos en los que solo se mueven los personajes, su obsesión por la tragedia en mitad de lo cotidiano, los personajes perdidos, misteriosos, impredecibles y aparentemente poco sensibles. El tipo de interpretación que utiliza, la ausencia de datos que nos da sobre la vida de los protagonistas, la idea de un ser humano inevitablemente cruel, el entorno aparentemente agradable de los personajes y la presencia de rasgos psicópatas. Para Haneke la interpretación es clave en sus películas. No muestran mucho sus sentimientos, lo hacen de una manera muy protocolaria. El elemento de la crueldad en el ser humano, una crueldad de la cual ni los niños llegan a librarse. Haneke es un humanista, porque es un hombre preocupado por la maldad del ser humano. En Funny Games, sabemos que la crueldad de los dos jóvenes es para divertirse, lo que pasa es que no entendemos cómo se divierten cometiendo esos actos tan despreciables, pero como espectadores entendemos que lo hacen para divertirse, o sea, no están ni robando ni están haciéndole nada a la familia sacando un provecho o por justicia, no, simplemente lo hacen por mera diversión. Haneke no nos quiere dar información y es un excelente guionista, con lo cual conocerá muy bien a sus personajes, pero él juega con que los espectadores no sepamos. Respecto a el entorno que rodea al protagonista, puede ser una persona perversa que se encuentra en un entorno agradable. No tiene una vida cómoda como puede ser “la Pianista”, por tanto, podemos pensar que son personas que viven bien, o que no tienen problemas económicos. El lujo no resuelve nada. Al final una persona es pobre o rica, pero puede ser perversa, y no solamente hablamos de ser crueles, también hablamos de estar triste. Haneke nos muestra que el dinero no da la felicidad, por ejemplo en “Amour”, pues ya sabemos que el anciano está triste y le importa poco, si el piso es más grande o más pequeño. Tenía una bella vida y deja de tenerla.

Desde sus primeras obras “El séptimo continente”, “El vídeo de Benny” y “71 fragmentos de una cronología” ha puesto el ojo de su cámara en los rincones más oscuros de la condición humana. En un mundo que banaliza la violencia hasta hacerla pasar inadvertida, Haneke transciende el poder de la imagen y, armado de la comprensión psicológica de lo que filma, lleva al espectador a un estado de catarsis impredecible. Enfrentar una de sus películas es un desafío a la resistencia psicológica y un pasaporte a los mecanismos de la angustia, a la alienación y al vacío moral del mundo contemporáneo. Su rotunda visión del comportamiento psicópata quedó sellada en “Funny Games”. Ha imaginado el apocalipsis en “El tiempo del lobo” y filmes como “La pianista” o “Código desconocido” no le van a la zaga en crudeza emocional. Su violencia quiere despertar a la sociedad contemporánea de su letargo. Con “Caché” realiza otro viaje a los oscuros secretos del alma humana.

Cinco películas realizadas y escritas por Michael Haneke nos permiten entender, explorar y valorar sus aportes y calidad como cineasta. En 'Amour' (2012), George (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) son dos octogenarios que viven retirados después de años dedicados a ser profesores de música. Ambos son intelectuales y cultos en el ocaso de sus vidas que aspiran a llevar una existencia lo más plácida posible el tiempo que les quede. Su hija Eva (Isabelle Huppert) también ha estudiado música y se dedica profesionalmente a ella en el extranjero, donde vive con su marido y sus hijos. Un día Anne será víctima de un infarto cerebral. Cuando sale del hospital y vuelve a su casa ya nada será como antes, ya que sus funciones motoras se han visto afectadas. 'Amour' nos desgarra mirando la cara del envejecimiento, la enfermedad y la muerte. Haneke retrata a Emmanuelle Riva y a Jean-Louis Trintignant con dureza, pero dejando espacio para la humanidad. Catherine Wheatley considera que Amour emerge como una elegía delicada y tierna para toda una vida de amor de dos ex profesores de música casados que disfrutan, al menos inicialmente, del botín de la jubilación. Son felices, cariñosos, activos y contentos. La sala de estar de su apartamento de París está bellamente amueblada, llena hasta el borde con libros y partituras. El director de fotografía Darius Khondji impregna el interior del apartamento, donde se desarrolla casi toda la película, con una suave calidez que suaviza los bordes habituales de Haneke. Las tomas a través de espejos o marcos de puertas múltiples, y por pasillos largos y vacíos; las elaboradas recreaciones de interiores; la intensa precisión espacial; la cuidadosa coreografía de los cuerpos con el fin de dibujar nuestra mirada a través del encuadre hasta que se detiene precisamente en el lugar que el director quiere. Son una pareja auténticamente culta cuyo interés en las artes supera con creces la mera apariencia de erudición. Wheatley nos dice que Haneke y Riva (absolutamente convincentes) no dudan en mostrar el deterioro de Anne en todo su horror mundano, ya que gradualmente pierde el control de sus extremidades, su voz. En su punto más bajo, ella es poco más que un caparazón terrible de sí misma y ella lo sabe. Algunos críticos han entendido su descenso como demencia, pero una escena en la que se niega furiosamente a comer o beber sugiere que hay una mente atrapada dentro del cuerpo, una que sabe que el rechazo es la única forma de control que le queda. Ante su rabia y rechazo, Georges la atiende con una gracia poco común. Puede ser frágil, pero hasta el final de la película él es su feroz protector, como su último acto de devoción lo deja devastadoramente claro. Lo que Haneke nos da con “Amour” es una historia de amor, una que es compasiva, poderosa e inteligente, y que trata a sus protagonistas y a su público con respeto. Viniendo de un director tan punitivo, tal bondad inesperada es cegadora. También es, innegablemente, inmensamente conmovedor. Michael Haneke, por primera vez, ha rodado un film infinitamente triste. La tristeza era una emoción ausente en su cine, tal vez porque la crueldad de sus intelectuales ejercicios teóricos era la carne de la que estaban hechos sus personajes. Para Carlos Losilla, 'Amour' se puede describir de dos maneras. Opción número uno: una pareja de ancianos debe enfrentarse a la fragilidad de la existencia, a las consecuencias implacables del paso del tiempo, a la vejez vista como un infierno sin salida. Opción número dos: una pareja de ancianos parisinos, respetables y cultos se ve asaltada de repente por el horror de la enfermedad de ella, y a partir de ahí asiste impotente al desmoronamiento de su ordenado universo. La primera sería una visión compasiva. La segunda sería más ambigua, pues habría en ella una cierta complacencia a la hora de observar pacientemente el lento declinar de esa convivencia, de ese amor, pero también de un universo burgués que se ve reducido a los instintos más básicos, despojado de toda su exquisita cortesía y amabilidad. En 'Caché (Escondido)' (2005), película que daría a Haneke el galardón a Mejor director en Cannes y Mejor Película en Lengua Extranjera en los Premios del Cine Europeo, supone la mezcla perfecta entre comentario social, la culpa poscolonial, la inmigración y la tensión entre la élite privilegiada y la marginalidad y el cine de terror, con la historia de este ser humano de vida acomodada que empieza a recibir cintas grabadas, que cada día penetran más su intimidad. Georges (Daniel Auteuil) y su esposa Anne (Juliette Binoche) son dos bohemios burgueses prototípicos: él dirige un programa televisivo sobre literatura y ella es editora. Acaban de recibir una cinta de vídeo que contiene un largo plano fijo de la fachada de su casa. Alguien los vigila. Luego recibirán una segunda cinta, y después otra. Cada una contiene escenas distintas, de la casa, la familia y, después, del pasado de Georges. El director austríaco vuelve a un territorio narrativo que conoce muy bien: el mundo aparentemente confortable y feliz en el que se mueven sus eternos personajes Georges y Anne. Un mundo sin fisuras, estable, que se ve amenazado por algo que llega del exterior y descubren con horror cómo su intimidad está llena de agujeros negros por los que se cuelan esas cosas escondidas que uno quisiera olvidar. Secretos que reviven en la memoria cuando la amenaza que viene de fuera acaba mostrándose como una amenaza surgida del propio interior. Y es que el pasado nunca nos deja tranquilos y vuelve irremediablemente a cuestionarnos. Georges (Daniel Auteuil) será incapaz de asimilar la maldad que siendo niño le hizo cometer una injusticia y provocará con ello una situación límite innecesaria. Haneke es conocido por sus dramas en los que trata de atentar contra la conciencia y la mentalidad del hombre medio europeo. 'Caché' es una de sus películas más características, ya que en ella los protagonistas tienen que hacer frente a una amenaza desconocida, a la que no saben cómo enfrentarse. Cada cierto tiempo, reciben un paquete en el que se incluye un video con una grabación de su vida diaria. ¿Quién manda esos videos? Nunca se sabrá, pero por eso mismo, los protagonistas buscan de manera desesperada en su pasado, en busca de respuesta, en aquellos pequeños delitos nunca confesados que han creado en ellos un sentimiento de culpabilidad. 'Caché' es también una excelente película de suspense. Un thriller frío y sofisticado. Caché comienza con una premisa simple y efectiva: ¿cómo reaccionarías si supieras que tus acciones están siendo monitoreadas por personas desconocidas con motivos potencialmente hostiles? El impacto en las vidas y el matrimonio de Georges y Anne es evidente. La paranoia y la sospecha nublan sus acciones. Después de jugar con estos elementos por un tiempo, Haneke nos lleva por un camino diferente, uno que nos lleva al pasado de Georges y muestra cómo las acciones de hace más de cuarenta años pueden nublar el presente. Al final, Haneke no se molesta en revelar la identidad del remitente, aunque es posible inferir quién es esa persona. Como una película funciona en dos niveles. La primera es una enseñanza. El thriller lógico donde las realidades de cómo reaccionaría una familia al recibir tales cintas a diario comienzan a causar conflictos entre George, su esposa y el hijo. El segundo nivel, y en el que el director Haneke se centra más, es cómo la culpa de Georges es una metáfora del pasado colonial de Francia, haciendo referencia más directa a la manifestación de argelinos que el 17 de octubre de 1961 llegaron pacíficamente a París desde los suburbios. Por iniciativa del movimiento independentista argelino, protestaban contra el toque de queda nocturno que el prefecto de la Policía había impuesto pocos días antes. La manifestación terminó en una masacre. George como personaje representa las tensiones que la rica Francia suburbana blanca tiene hasta el día de hoy con la población del norte de África.


 
'La pianista' (2001) ganó tres premios en Cannes, mejor actriz, actor y película. Erika (Isabelle Huppert) trabaja como profesora de piano en el Conservatorio de Viena. A sus 40 años sigue viviendo con su dominante madre (Annie Girardot), e incluso comparte dormitorio con ella. Esto, de alguna forma, le ha llevado a reprimir sus emociones y esconder sus verdaderos sentimientos y deseos. Interpreta a una mujer audaz con una herida secreta. Para escapar de la influencia de su madre, frecuenta cines porno y tiendas de sexo, donde deja volar su pasión oculta. Su vida cambia repentinamente cuando conoce a Walter (Benoît Magimel), un estudiante de veinte años que se enamora perdidamente de ella. Esto conduce a una inquietante y perversa relación entre la maestra y su alumno. Exigente, severa, distante, sin sonreír, lleva una vida secreta de automutilación. La película parece aún más cargada porque está envuelta en un paquete elegante. Estas son personas inteligentes. Hablan de música con propiedad, se baten en duelo con sus mentes y sus cuerpos, y Haneke los fotografía en dos tipos de espacios: a veces están en entornos elegantes y formales de conservatorio, y otras veces en lugares francamente vulgares de liberación rápida. Una de las obras más controvertidas de Haneke, 'La pianista' examina la represión sexual, el sadomasoquismo y la automutilación para liberar, de una forma tortuosa y nada sana, el cuerpo y el poder de una mujer atrapada por las normas sociales y por su madre. Una profesora de piano que compensa con su privilegiada sensibilidad artística una profunda frustración afectiva. El debate entre ambos polos es intelectualmente apasionante, emocionalmente intenso y, por este motivo, particularmente doloroso. El film viaja más allá de los límites de la normalidad para explorar un abismo en el que lo cotidiano deviene grotesco y cualquier resquicio de esperanza se atasca inmediatamente con desconcertantes paradojas que escapan de la razón.


 
'Funny Games' (1997) es un retrato espeluznante de una familia encarcelada en su placentera casa de verano por un par de asesinos sádicos. Comienza con una toma aérea de un automóvil conduciendo por el idílico campo, al ritmo de la música clásica. Dentro del coche están las personas de clase media / alta Anna y Georg (Susanne Lothar y Ulrich Muhe), y su hijo Georg Jr., que van a su casa del lago para navegar y disfrutar de su paraíso de verano. Allí se encuentran con dos jóvenes, Peter (Frank Giering) y Paul (Arno Frisch), que proceden a poner sus vidas patas arriba sometiéndolos a algunas de las torturas físicas y mentales más humillantes imaginables. Stephen Holden describe que cerca del final de la película, cuando una de las víctimas toma el control de una situación de vida o muerte, el mismo asesino exige que la película sea rebobinada, y el escenario se revisa con un resultado mucho más oscuro y cruel. Después de haber engañado a los espectadores que sintieron algo de esperanza, la película se burla de ellos por haber sido tan fácilmente manipulados y luego los castiga. Para Haneke: "El problema no es: ¿cómo muestro la violencia", escribe, "sino cómo muestro al espectador su propia posición en relación con la violencia y su representación?"; sobre la línea de disolución entre "existencia real y representación" en el cine y "la oscilación entre la sensación desconcertante de participar en un acontecimiento real y la seguridad emocional de ver solo la representación de una realidad creada artificialmente o incluso descubierta".

Haneke dirige este film magistralmente, y no ve la necesidad de mostrar las cosas explícitamente. Es lo que hizo que esta película fuera escalofriante y realmente, algunas de las escenas más impactantes se muestran fuera de la pantalla, antes de volver para mostrarte cuál fue el resultado. Rob Batchelor sostiene que Haneke con cada película que hace, se propone conmocionar y provocar a su audiencia afirmando que esta es la única película que ha hecho que existe únicamente para desafiar las ideas preconcebidas de la audiencia y hacerles cuestionar sus propios motivos para ver cine violento. El centro de la película es la pareja de Peter y Paul, dos jóvenes tranquilos y completamente sádicos que llegan a representar la violencia de la pantalla en su conjunto. El propio Haneke declaro que Peter y Paul no son personajes, son arquetipos. Es una película de arte que analiza el proceso de creación y consumo de medios violentos, y cuestiona constantemente las razones de los espectadores para querer ver tales películas, y es una prueba más de que Haneke es un gran cineasta. 'Happy End' (2017) desgarra las telas de la familia Laurent, rica e influyente. A la vez que el patriarca (Jean-Louis Trintignant) empieza a obsesionarse con su propia mortalidad y el legado que dejará atrás, las cosas se torcerán también para su hija Anne Laurent (Isabelle Huppert), una exitosa mujer de negocios con un matrimonio problemático y una relación difícil con su joven hijo (Franz Rogowski). Cuando Pierre empieza a salir con un joven refugiado, el clan Laurent se ve obligado a enfrentar su propio privilegio y eso duele. La perturbadora serenidad con la que Michael Haneke aborda esta vez, y a partir de los secretos que ensombrecen y a la vez sostienen a una típica familia de la alta burguesía francesa, los asuntos que él mismo había formulado antes en su obra desde la perversión sostenida y desde el impacto. El relajo, la despreocupación y el sosiego con los que habla de superioridad moral, clasismo, racismo, eutanasia, violencia doméstica, violación de la intimidad e incluso de la maldad como algo abstracto generan una película profundamente incómoda que añade una capa más a la filmografía del cineasta.

En su discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2013, Haneke dijo: “Ninguna forma artística es capaz de convertir tan fácil y directamente al espectador en la víctima manipulada de su creador como el cine. Este poder requiere responsabilidad. ¿Quién asume esta responsabilidad?”. El peligro para el director es la manipulación, sea cual sea su naturaleza. “Sirve para muchos fines, no solo políticos.(…)“Pienso que, además de la correspondencia entre contenido y forma, indispensable para cualquier arte, la capacidad de diálogo es y tiene que ser una característica igualmente indispensable de la producción artística, el respeto ante la autonomía del otro. Un autor que no toma en serio a su socio, el espectador, de la misma forma en que él mismo quiere ser tomado, no tiene un interés real en el diálogo. Demasiadas veces el cine ha traicionado esa regla básica interhumana, que precisamente es también una regla básica de la producción artística”.



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