Por Luis Ernesto Fidhel Gonzales
Los contactos iniciales se realizaron entre Henry Kissinger con el Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, Leonid Brezhnev con carácter secreto y ambas partes convinieron de mantenerlas así. Nixon se reuniría con Brezhnev en Moscú en mayo de 1972; posteriormente ambos mandatarios lo harían en 1973 y 1974. En la primera oportunidad visitaría las ciudades de Leningrado – San Petersburgo- y Kiev. También surgieron el Tratado de Limitación de Armas Estratégicas (SALT-1) y el Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM).
Parte de la estrategia de política exterior norteamericana estuvo centrada en la diplomacia triangular: aprovechar la división dentro del bloque comunista para lograr mejores relaciones con China y la Unión Soviética de las que tenían entre sí. En principio la Cumbre de Moscú marcaría el comienzo de la distensión y alivio de las tensiones entre las dos superpotencias.
En la edad nuclear la detente era solo una cosa de sentido común: el intento de evitar posibles cálculos erróneos fatales, de reducir las diferencias donde sea posible mediante la negociación y de proporcionar incentivos positivos a los rusos y a los chinos para colaborar con los EEUU en mantener un orden mundial estable.
La finalidad era evitar la guerra nuclear, para ello era indispensable un poder norteamericano suficiente para mantener el equilibrio nuclear y la capacidad y determinación demostrada para disuadir la agresividad soviética. No se propuso cambiar las intenciones de los soviéticos, sino cambiar sus cálculos de costo-beneficio. Nixon reivindicaría en Moscú; “Creemos en el derecho de cada país a tomar su propio rumbo, escoger su propio sistema, seguir su propio camino sin interferencias de otros países”
La contención, la tarea de resistir la expansión soviética debía seguir siendo el sine qua non de la política exterior norteamericana; pues si los soviéticos no encuentran castigo por su conducta agresiva, no tendrían ninguna razón para apartarse de ella. Cuando los soviéticos se lanzaban a una agresión indirecta apoyando la guerra revolucionaria; los EEUU podían evitar que haya más Vietnams proporcionando la ayuda militar y económica con objeto que puedan defenderse a sí mismos, sin que se tenga que cargar los EEUU con el deber de hacer la guerra por ellos.
Las dudas y desconfianza de la Unión Soviética por el viaje del presidente Nixon a Pekín, fueron despejadas con el encuentro con el canciller Andrei Gromyko; anunciando que realizaría una visita con carácter oficial a ese país después de la cumbre en Pekín y antes del mes de mayo, como sucedió. Nixon expresó que esperaba para esa fecha hubiese finalizado la guerra en Vietnam.
Como hechos concretos los EEUU firmaron varios acuerdos comerciales en distintas esferas con la Unión Soviética formando parte de un conjunto más amplio, en un intento de cooperación. Se interpretaba que ratificaba el cambio histórico en la política que las dos potencias se dispensaban mutuamente; lo relevante es que eran muestras de un clima de deshielo, llamado a influir al interior de la URSS y EEUU.
Se pidió ayuda a los soviéticos para retirarse de Vietnam y la negociación de un pacto de control de armamentos ampliando las relaciones de país a país y tratando de establecer una pauta de limitaciones mutuas, según la cual las dos superpotencias resolvieran sus conflictos por la negociación y no por enfrentamientos. También se estuvo creando una red de interdependencia que diese más fuerza en crisis futuras. Se quería que los soviéticos lo pensarían “dos veces” teniendo en cuenta los costes potenciales económicos, antes de provocar con un avance desestabilizador. Se estableció una línea directa entre ambos gobiernos para evitar que la guerra nuclear estallara por accidente.
Brezhnev viajaría a los EEUU en junio de 1973; en esa ocasión afirmó Nixon era esencial que ambas naciones trabajen juntas y la clave está realmente en la relación “entre nosotros”. “Si decidimos trabajar juntos, podemos cambiar el mundo. Esa es mi actitud en esas conversaciones”.