Sobre Taiwán
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Por Arlán A. Narvaéz-Vaz R.

Recientemente el nombre de Taiwán ha ocupado espacios significativos en muchos titulares de los medios de comunicación internacionales, particularmente por las crecientes tensiones que ha generado la República Popular China (RPC) debido al endurecimiento de sus aspiraciones sobre el control político de lo que ellos llaman “la Provincia Rebelde”, bajo el principio de una sola China.

A simple vista y sobre todo para quien no conoce los antecedentes y la realidad de la situación, la RPC pareciera tener razón pero, cuando se tiene la información completa, otro gallo canta y aflora una perspectiva mucho más compleja. Hay que empezar por entender que al referirnos a Taiwán estamos hablando de la República China (RC), constituida en 1912 tras el fin de más de dos mil años de China Imperial, en este caso, por la caída de la Dinastía Qing. Para abreviar el relato el gobierno de la RC fue ejercido con mano dura por el partido dominante, el Kuomintang (KMT), bajo la conducción de su principal líder Chiang Kai-shek, indisputadamente hasta el inicio de la Guerra Cívil, en 1927, instigada por el Partido Comunista bajo la conducción de Mao Tsutung (o Mao Zedong, como se le dice ahora). La invasión del Imperio Japonés a la RC, en 1937, forzó una tregua en la Guerra Civil para enfrentar juntos la invasión, hasta la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, en 1945, cuando poco después Mao reanudó la Guerra Civil. Incidentalmente, pero muy importante, al ser derrotado Japón (1945) renuncia a favor de la RC a la soberanía sobre el archipiélago de Taiwán, cuya posesión había logrado cuando la Dinastía Qing le cedió su plena soberanía en 1895, tras la Guerra Sino Japonesa.

Ese mismo año, 1945, cuando se funda la Organización de Naciones Unidas, la República China estuvo entre los 51 países fundadores y se le asignó uno de los 5 asientos permanentes en el Consejo de Seguridad.

En 1949 ante el avance de las tropas comunistas de Mao, Chiang Kai-shek, para poner mar de por medio, decide mudar la Capital y la sede del gobierno de la República China a Taipei, en la recién readquirida Isla de Taiwán. En diciembre de ese mismo año Mao funda la República Popular China (RPC) y es allí donde surge la base de la situación actual porque (y esto es de importancia capital) tanto la RC como RPC declaran la existencia de una sola China. Muy pocos países en el mundo reconocían a la RPC y tenían relaciones diplomáticas con ella, por cuanto la RC era quien tenía el asiento en la ONU y en el Consejo de Seguridad; esto cambió radicalmente cuando el mundo decidió que alguien con poderío nuclear no podía estar fuera del sistema de naciones (hay quien dice que McDonalds y Coca Cola no podían seguir perdiéndose un mercado de 6 mil millones de consumidores) y en 1971 la ONU decidió dar el asiento a la RPC, invirtiendo la situación de forma que, como consecuencia del principio de una sola China, ahora la RC quedó fuera, como antes estaba la RPC. La consecuencia más inmediata de esto fue que los países solamente podían tener relaciones diplomáticas formales con una de las dos. La solución que le dieron la gran mayoría de los países fue reconocer a la RPC, por estar en la ONU, pero aceptar la apertura de una Oficina de Representación Económica y Cultural de Taipéi, otorgando a su personal privilegios diplomáticos y aceptando que realizara funciones consulares de la RC, situación que aún se mantiene así.

También tiene importante relevancia que la propia RPC ha aceptado, siempre bajo el principio de una sola China, la participación de la RC en diversos organismos internacionales entre los que destacan: la Organización Mundial del Comercio, el Comité Olimpico Internacional, El Banco Asiático de Desarrollo y otros, donde suele participar bajo el nombre de China Taipei.
 
El prodigioso desarrollo económico y social de la RC, que suele ser llamado “el Milagro de Taiwán” le ha colocado entre las naciones más prósperas y dinámicas del mundo. A pesar de no tener recursos naturales, de ser azotado por frecuentes tifones severos y de tener un territorio y población muy pequeño (alrededor de 24 millones de habitantes y, como referencia, es menor que el Estado Barinas venezolano y tiene solamente un tercio (1/3) – del tamaño de Cuba), el PIB per cápita (PPA) de la RC es elevadísimo (US$ 61.371), cercano al de los EEUU (US$ 68.308), pero muy superior a los de Rusia (US$ 32.213), de la RPC (US$ 20.667) o el del país con las reservas de petróleo “más grandes del muuuundo” (US$ 5.273).
 
Aquí cabe recordar que en 1974, cuando el premio Nobel de Economía Gunnar Mydall vino a Venezuela y dictó una charla en el Banco Central de Venezuela, profetizó que 4 países asombrarían al mundo por sus extraordinarios logros en materia de desarrollo económico y social, Corea del Sur, la República China en Taiwán, Hong Kong y Venezuela, agregando “… y Venezuela es quien está mejor dotado para lograrlo”: se pudo haber equivocado en esto último, pero ciertamente acertó con los otros 3 aunque tenían condiciones muy por debajo de las nuestras. Hoy la RC es uno de los líderes más importantes en innovaciones y desarrollos tecnológicos, sobre todo asociados con tecnologías de información y comunicación (TIC). Su preeminencia en este nicho es tal que bien podría decirse que el mundo podría sufrir un severo colapso si resultasen afectadas por un conflicto bélico sus industrias; para muestra un botón, cerca del 80 % de los semiconductores del mundo son producidos en Taiwan y es enorme la lista de productos y marcas indispensables para las TIC que alberga la RC.

Asombrosos también son sus logros en materia de bienestar social, muy especialmente en materia de educación y de salud, que benefician a su población y contribuyen a que la RC en Taiwan tenga un elevado Índice de Desarrollo Humano.
La RC en Taiwán ha tenido un muy generoso programa de asistencia al desarrollo de otros países, particularmente a través del Fondo Internacional de Cooperación para el Desarrollo (ICDF por sus siglas en inglés) e, increíblemente, un enorme flujo de inversiones en la RPC, hasta el punto que la RC es una de las principales fuentes de capitales hacia la RPC, que aloja muchas sucursales de empresas de la RC. A la par, en el sector educativo, la calidad académica de sus universidades ha sido compartida con la RPC mediante la instalación y funcionamiento de extensiones en el continente.

Hasta hace muy pocos años, en los sondeos democráticos la población de la RC se manifestaba marcadamente privilegiando el estatus de una sola China por encima de su independencia; el flujo de intercambios entre ambos extremos era cada vez más grande y fluido, hasta el punto que era razonable pensar en una reunificación no muy lejana. Ese acercamiento tuvo un hito importante cuando, en noviembre de 2015, se reunieron personalmente en Singapur los presidentes de la República Popular China, Xi Jinping, y el de la República China en Taiwán, Ma Jing-jeou. Quienes hemos tenido el privilegio de visitar ambos extremos del estrecho de Formosa hemos sentido que lo único que había impedido esa reunificación era el temor en la población de Taiwán de perder sus notabilísimos logros en derechos humanos, políticos y democráticos así como en materia de su progreso y bienestar económico y social.

Esta percepción comenzó a ponerse en peligro cuando el gobierno de la RPC quiso imponer, en 2019, antidemocráticamente medidas en Hong Kong, irrespetando el acuerdo de autonomía que reconocieron a este territorio bajo el principio de “Una China, dos sistemas”. Esta violación condujo a protestas y manifestaciones masivas que fueron severamente reprimidas, pero la principal víctima de esas intervenciones autoritarias fue la credibilidad en el respeto a los acuerdos por parte de las autoridades de la RPC que, a partir de entonces, quedó completamente en entredicho, tanto en Hong Kong, como en Macao y, por extensión en la República China en Taiwán que, de esa forma, vieron esfumarse parte de sus sueños de reunificación con autonomía y con respeto a sus derechos y logros.

La violenta reacción de Xi Jinping ante la visita a la RC de la Presidenta de la Cámara de Representantes de los EEUU, Nancy Pellosi, y las subsecuentes amenazas y violaciones al espacio aéreo, representan un movimiento muy difícil de entender en el tablero que tiene delante Xi Jinping porque no se puede reconocer en él algún beneficio en el rescate de la credibilidad de la población de Taiwán hacia una reunificación con respecto a sus logros y autonomía; y, por el contrario alimenta la causa de la independencia, con consecuencias nada auspiciosas para ambos extremos y para el resto de la humanidad, dados el peso y significación tan importante que tiene Taiwán en el funcionamiento del mundo actual. ¡Cosas veredes, Sancho!.

(*) El autor es profesor de la UCV y de la UniMet y es Presidente de la Asociación Venezolana de Amistad con Taiwán



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