Por Karina Sainz Borgo
La Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, heredera de la sección de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central donde impartió sus clases Emilia Pardo Bazán, rinde homenaje al estudio científico de la literatura contemporánea al que la escritora dedicó los últimos años de su vida. En ocasión del centenario de la muerte de Pardo Bazán, el catedrático José Manuel Lucía Megías profundiza en la faceta universitaria de la autora. Lo ha hecho en "Defensa de lo contemporáneo. Emilia Pardo Bazán, catedrática de la Universidad Central (1916-1921)", un libro que se presentó el pasado 15 de marzo en la Facultad de Filología de la UCM.
Enorme empeño
"Esta investigación es, sobre todo, una demostración más de lo precursora que era. Emilia Pardo Bazán dedicó toda su vida a estudiar la literatura contemporánea, a pesar de que eso en España no entraba dentro de lo académico. Su gran empeño fue ese: conseguir una crítica literaria realmente científica", explica Lucía Megías sobre este texto en el que relata las múltiples dificultades que encontró Pardo Bazán para desarrollar aquel proyecto en la universidad del momento. Su "lucidez y su tesón", asegura el catedrático, hacen que estas páginas pasen de la crónica de un fracaso a la crónica de un empeño. El 24 de mayo de 1916, Emilia Pardo Bazán tomó posesión de su cátedra en la universidad. Era un día histórico: no solo porque se convertía en la primera mujer en ser nombrada catedrática, sino porque, además, sería la primera en enseñar Literatura contemporánea, una empresa intelectual en la que encontró toda clase de reveses y resistencias. A su primera lección la tituló "En defensa de lo contemporáneo", frase que da nombre a la investigación de José Manuel Lucía Megías, vicedecano de la Facultad de Filología.
Un proyecto intelectual
Además de editar las primeras lecciones de Pardo Bazán, Lucía Megías sitúa la creación de la cátedra en el contexto de la crisis de la Universidad y de las Facultades de Filosofía y Letras en particular, "que pedían a gritos una renovación completa". En la nueva documentación aportada se muestra cómo, hasta su muerte, "Emilia Pardo Bazán mantuvo sus clases, y cómo intentó, sin éxito, impartir su docencia en el Ateneo de Madrid, con la esperanza de atraer a un público que no se veía convocado a las frías y oscuras aulas de la Facultad de Filosofía y Letras en el céntrico caserón de San Bernardo".
"El rechazo para su ingreso a la Academia de la Lengua se ha convertido en el gran tema de su biografía, cuando en realidad es lo menos importante en la vida de doña Emilia". Según Lucía Megías el sitio que realmente le interesaba era la universidad, no el sanedrín de los Jerónimos. "La Academia era lugar de poder dominado por hombres y ella quería estar ahí para abrir las puertas a las mujeres. En cambio, la universidad sí encarnaba una posibilidad de futuro. Para ella, entrar en la universidad significaba un proyecto sobre la defensa de lo contemporáneo. Intelectuales de la talla de Ortega y Gasset no tuvieron problema en aceptarla".
Emilia Pardo Bazán impartió clase hasta su muerte, en 1921, Fue, según José Manuel Lucía Megías, la primera en España que habló de los novelistas rusos y la literatura francesa. "Toda la vida se había dedicado a eso, pero en ese momento se da cuenta de que si conseguía sembrar ese interés en la prensa o a través de conferencias, conseguiría impulsar una crítica seria". "A Emilia Pardo Bazán se la ha comido el personaje. La han convertido en algo pétreo, como si solo tuviera una cara: la de la mujer que se impone y es muy pesada. Tiene una obra poliédrica y, sin embargo, la suya es una visión construida por los hombres. De ahí que el centenario nos de la oportunidad de ampliar y enriquecer su figura", asegura Lucía Megías.
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